Formoso Miranda, alzó su copa con la mano izquierda, (en la derecha le faltaban tres dedos, al igual que el papa que fue juzgado después de muerto en el conocido concilio cadavérico, y que en el mismo le fueron amputados los tres dedos con los que daba la bendición papal) brindando con la angustia de su repulsa.


-- más allá de haber perdido la gracia divina--, dijo. Los grandes hipócritas me anatemizaron porque según, yo sostenía doctrinas contrarias a la ortodoxia y porque vendía indulgencias (dispensas eclesiásticas que liberaban a las almas del purgatorio a cambio de dinero), y mi pena formal según los rufianes del clero fue, ‘’ferandae sententiam’’, (canon 1314), y el efecto de ser excomulgado públicamente es que nunca poder ejercer ningún oficio eclesiástico.


--Y así como lo pronunció un gran filósofo --, dijo Aldo. “El fanático es incorruptible: si mata por una idea, puede igualmente hacerse matar por ella; en los dos casos, tirano o mártir, es un monstruo.


--Exacto, y hay otro que dijo --, dijo Formoso. No hay seres más peligrosos que los que han sufrido por una creencia: los grandes perseguidores se reclutan entre los mártires a los que no se ha cortado la cabeza. Lejos de disminuir el apetito de poder, el sufrimiento lo exaspera; por eso el espíritu se siente más a gusto en la sociedad de un fanfarrón que en la de un mártir; y nada le repugna tanto como ese espectáculo donde se muere por una idea... Harto de lo sublime y de carnicerías, sueña con un aburrimiento provinciano a escala universal, con una Historia cuyo estancamiento sería tal que la duda se dibujaría como un acontecimiento y la esperanza como una calamidad...” Así que señoras y señores, esos grandes perseguidores; ya se pueden ir con sus putos dogmas y cánones al quinto infierno creado por ellos.


Formoso con los ojos enrojecidos terminaba sentenciando.

-- mi arrepentimiento es a veces inconsecuente, choca constantemente con mi intelecto, pero estoy y seguiré dividido, y sé que no hay realidad superior a los hombres como dice el ateísmo, pero la noticia de la "muerte de Dios" me trajo consigo el descorrer del velo, enseguida levanté un veto contundente a esa religión filtrada y llagosa que castra sin misericordia nuestras más sublimes pasiones.


-- Y me quedaba aún otra raíz por cortar y lo descubrí en Freud mí querido amigo --, prosiguió. La interioridad misma del hombre. Porque el psicoanálisis extermina toda base en la fe en Dios. El ser humano queda atado a la superstición y obligado por una religión inquisidora y condenadora que siempre termina por buscar espejismos, quimeras y más quimeras, amores donde no los hay, castigos que no existen, indulgencias irrelevantes, escarbando sin piedad en sus conflictos y dolores interiores, ¿Por qué? Porque somos ineptos, incapaces de vivir la cruda realidad. La fe en Dios, es huir una y mil veces de nuestra realidad y es un refugio en la impotencia de una credibilidad que no nos libera de ella. Y eso colma de beneplácito a mi repulsivo ego, pero hay veces, quiero sentir creer, así sea el pírrico consuelo de ese dios inventado por los hombres, ¡sí! como dijo Voltaire: “si dios no existiese habría que inventarlo”. En fin, no les voy hablar más mierda, porque no sé que soy ni a donde voy a terminar, pero por hoy, no me aferraré a esa palabra “dios” el mismo qué deambula en los vacíos del que habla la ciencia: “porque todo aquello que pueda ser explicado por la razón humana, queda fuera de toda acción divina, por lo tanto la acción de dios queda confinada al vacío de lo que no se pueda explicar” --.

Aldo, salió del bar sonriendo por lo que dijo Formoso.