Quiero hallar los dedos del cariño
su vientre fecundo, sus señales aéreas,
quiero saber del color de sus labios
de su palabra sin compromisos
sentir cómo saben las mañanas a su lado,
anhelando sean eternas.
Estrechar con mi suave melancolía
las forma que tiene el amor anual, bisiesto
que no se va, que no abandona,
crucificar mis alas y raíces con las suyas
en señal de la libertad que alcanzaremos
y que seguiré sin añadir
ni sustraer edades ni cumpleaños.
Anhelo conocer el rostro que ame mis silencios
que no me obligue a decir palabra
mientras escribo para no morir
espero ese amor que no me quite ni añada,
que mire mis labios atados, y diga que los ama.
Deseo tanto, tanto, sentir la mano cálida
internándose en mis vértebras
sin pedir que las cambie de lugar
o pida me coloree del tono de su alma
o exija mire hacia ella, marchitando
la poca lozanía que albergo.
Prometo entregar a cambio todo mi silencio,
guardar mis libros, mis páginas derramadas
mis amores truncos entregarlos al mar,
mirar sólo en sus ojos, acariciar su pelo
cuando las sabanas nos cubran
decirle, sabía que vendrías, te esperaba
quédate para siempre.
setiembre de 2007
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