Este país ya no es el mismo, ya no es como antes, recuerdo el tiempo en que todos nos echábamos la mano, había confianza, eran épocas jodidas, pero siempre destacando el pueblo, nos ayudábamos, nos solidarizábamos con los problemas que día a día había en la comunidad, ahora no hay nada de eso, ¿En qué momento todo se fue a la fregada? De niño recuerdo que mi mamá siempre que horneaba pan hacía un poco más para los niños aquellos descalzos, con las patas llenas de lodo y los mocos secos en la nariz; ellos siempre venían con caras manchadas de mugre y polvo, pero felices, a comer pan calientito, y se les veía que se iban bien felices con su bolsita con pan en mano, y es que aquí en la comunidad ya no es lo mismo, esta como el caso de hace años cuando el tendero de aquí de la comunidad, Don Meche, se le cayó el estante de la verdura encima, y pues nada que ahí fueron todos los vecinos a ayudar, a sacarlo de su prisión de metal y vegetales, y no solo eso, en el tiempo en que estuvo incapacitado por su enfermedad, “osease” en cama, mis papás y los vecinos, se turnaban para atenderle la tienda sin cobrarle un solo centavo al viejo, qué tiempos aquellos en que estábamos menos jodidos, y nos ayudábamos, nos tendíamos la mano, ¿y qué tal esta? Esa vez en que a la Hortensia se le murió el marido de un ataque cardiaco, de esos de los fulminantes, y la dejó viuda con cuatro chamacos, el más grande con ocho años de edad y el más chiquito aun lo traía en brazos, quien sabe cuántos meses tendría el Genaro en esas fechas, pero en fin, toda la comunidad que se une, le hizo un funeral al difunto, humilde pero digno, y no conformes con eso, entre toda la comunidad le ayudamos a sacar a esos chamacos adelante, que no es que seamos muchos aquí en el pueblo de Santa Ana, pero le echamos rete hartos kilos para que esos chamacos no se fueran por el mal camino, ¿Hicimos algo mal?
Pues como son las cosas de la vida, ahora aquí estamos y ya han pasado más de dieciocho años desde aquellas épocas en que como dije, estábamos igual o menos jodidos, pero nos echábamos la mano los unos a los otros, ahora eso se ha ido mucho allá a donde llegas sin pagar boleto; Las cosas se han descompuesto “de a madre” y no quiero decir que antes no hubiera problemas, pero ahora si están de la greña, antes era de que si Don Melesio se agarró a golpes con el Filemón por eso de que le andaba pretendiendo a su hija, y que si le robaron las gallinas a Doña Sabina, era de lo único que vivía la señito pues; ¡pero ahora! no que va, ahora si no hay solución, ya no hay moral, esos problemas hoy los recordamos y nos dan risa, en su momento nos hicieron molestar, pero ahora como cosquilla en pata pelona, y es que hablamos de que al señor Pérez Gavilán, ese el del molino del pueblo, amaneció decapitado recargado sobre la cortina metálica de su changarro, ¿cuando íbamos a ver eso? ¿Y todo por qué? Pues que porque no le quiso entrar al negocio de que en su changarrito vendiera de esa cochinada que los más chamacos se andan metiendo por las narices, o en cigarros de esos todos apestosos, ¡sí! De esos que te dejan los ojos colorados, colorados, bueno pues de esos casos ahora vemos aquí en Santa Ana, dime tú, ¿Cuándo ibas a escuchar de que el otro día amanecieron, (como si fuera en época de la Revolución Mexicana) colgados del mango los hermanos SanVillalba, con los labios morados y la lengua de fuera toda negra y seca, sin zapatos ni carteras, los asaltaron, está bien, ya se los chingaron con la lana, ¿pero qué necesidad de colgarlos? Si ya les quitaron los pesos que muy a “fuerzas” se ganaban, y que importa si se lo gastaban en ponerse hasta las chanclas, es muy su bronca, pero no conforme con eso todavía los cuelgan en el mango, si, en ese que está precisamente en la entrada, enfrente de donde dice “Comunidad de Santa Ana” “211 habitantes” pues ya bórrenle otros dos.
Y después de todos estos siniestros y otros más, y más canijos por cierto, pues la gente ya desconfiaba, ya no nos echábamos la mano como antes, vivíamos con miedo, con temor de no hablar de más, no vaya a ser que te oiga uno de “esos” y no le cae tu comentario, mira que solo por eso te hace visitar a la huesuda a temprana hora ¿dónde quedo esa bonita solidaridad que nos caracterizaba? se fue, aunque yo decía antes que también fue una víctima más de estos desalmados, la asesinaron también, le sacaron las tripas, y solo quedó la zozobra, ¿pues en que nos hemos convertido? En animales, si, en ambos bandos, por parte de los buenos y de los malos, ellos por ser tan salvajes, que no tiene sentimiento alguno de remordimiento por sus fechorías cometidas y nosotros como unos conejillos asustados que no hacemos nada pese a que nos está llevando la fregada, porque ni hablar de la autoridad, aquí el comisario namás se la vive cobrando puro impuesto fantasma, ya nos está cansado, ni yendo a la cabecera municipal solucionamos nada, puras vueltas, y más porque lo ven a uno así todo “indito”. Por eso les digo que esos años de antes en donde nos echábamos todos la mano se acabaron, o bueno, así pensaba hasta hoy; son por ahí de las seis de la tarde, apenas como que el sol se quiere meter, nos juntamos aquí en la plaza Guadalupe Victoria, ¿se acuerdan de los chamacos esos que les decía que se quedaron sin papá, los hijos de la Hortensia? Está aquí el más chamaco de ellos, el Genaro, lo tenemos amarrado del asta bandera que está en medio de la plaza, descubrimos que violó a la niña Xochiua, pobre criaturita, apenas once años, y este canijo que se la llevó a los baños públicos con la promesa de darle cinco pesos si le dejaba solo dizque agarrar su “cosita”, la pobre inocente, que hambre debe tener harta pues accedió, pero se pasó el Genaro del precio de cinco pesos, se sirvió de más, hago mal en expresarme así pero no sé de otra forma, pa´ no seguirla regando más, pues la violó y punto. Ahora está aquí con unos cuantos golpes encima, medio atarantado, encuerado de la cintura para abajo y con los tanates rebanados, está bien amarrado al asta, y pues, lo vamos a matar.
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