En la selva nocturna del amazonas se escuchó el sonido del tambor de la inocencia, e ahí se encontraba soledad, yacía formando parte del escenario tétrico que las bestias del sector contemplaban con escasez de entendimiento, Altik pronunciaba de forma repetitiva “Dancemos, la oscuridad de la noche nos protege. Dancemos, Taita ARUTA no se enojará, Dancemos para contemplar nuestros rostros por toda la eternidad” mientras que la novia TUMANA respondía: “No Altik si Danzamos hoy, nadie en la tribu nos respetará jamás, pero ALTIK Y TUMANA danzaron sin permiso, el tiempo no era pertinente y para ambos su primera ves, dolor, vergüenza, excitación e incomodidad; eran los factores propios de la noche. Un gesto de satisfacción redondeo las facciones cuadrangulares de Altik así como el surgimiento de una conmoción con sabor a protección que recogió los corazones de los enamorados nativos, de pronto el sonido de una flecha y un grito de angustia separó a los incautos primerizos, era el padre de TUMANA haciendo justicia entre comillas, y brindándole respeto a su descarriada prole, la flecha traspasó el pulmón derecho de ALTIK, TUMANA con lo ojos llenos de lagrimas tomó por el cuello a su amado y él mirándola fijamente le dijo: TUMANA mi vida no llores tus ojos se van a hinchar, recuerda que mañana nos casamos, instantáneamente ALTIK cerro sus ojos y murió.