Si es que es lo que yo digo, la gente se acompleja por cualquier cosa, unos que sin gordos, otros que si demasiado delgados, aquellos que si su nariz es así y esos que si sus orejas asá. El personal debería aprender a quererse a si mismo más de lo que lo hace y no prestar tanta atención a lo que nos venden por la televisión. Yo siempre estuve regordete y cuando alguien me decía que estaba gordo mi respuesta siempre era la misma, “ ¿ yo gordo ?, te equivocas chaval, yo tengo el peso ideal, lo que ocurre es que el resto está por debajo ese peso...” y me quedaba tan pancho, pero no me quiero desviar del tema de hoy, la calvicie, y es que además de regordete también estoy algo calvo, a mi me gusta llamarlo de otra manera, suelo decir que tengo el pelo disperso y si a alguien no le convence esa afirmación tengo otra, “ soy de cabello endógeno “, así de claro, me crece hacia dentro, igual que a otros les crece hacia fuera, a mi hacia dentro y no hay más que hablar.
Nunca entendí a esas personas que se avergüenzan de ser calvos, joder pero si tiene una enorme cantidad de ventajas, a ver si me acuerdo de todas :
- No gasto en peines ni cepillos.
- El champú ya no sé ni lo que es.
- El fijador de pelo me lo ahorro.
- No pierdo tiempo peinándome por las mañanas.
- Cuando compro lotería no tengo que buscar un calvo para frotársela por la cabeza, yo mismo me surto.
- No me despeino nunca.
- Uso una talla menos de sombrero.
- Los piojos me ignoran.
- Me ahorro el gasto en peluqueros.
Podría seguir pero es que como siga puedo conseguir que todos ustedes se afeiten la cabeza y tampoco es eso... El caso es que cuando un calvo no asume su condición de tal hace cosas ridículas para solventar su supuesto problema, la persona en cuestión es capaz de colocarse un peluquín o un bisoñé, entonces cuando el resto de personas lo ven por la calle dicen : “¡Mira, un calvo con peluquín!”, y eso si que da el cante... En otras ocasiones el calvo, si tiene medios económicos suficientes, opta por un trasplante de pelo, ¡ que horror !, se han fijado que esos pelos trasplantados siempre son brillantes, pequeños y rizados, no hay duda, o son de los cojones o del culo.
Lo mejor es llevarlo con dignidad, sacarle lustre y enseñarla al mundo, “¡ aquí esta mi cabeza pelada y al que no le guste que no la mire !” y ya está, se lo digo yo, un calvo digno de admirar...
Luis Barrasa Martínez ( Barrasus), Sevilla 22 de agosto de 2004
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