JAQUE

Con un horizonte de cuadros en blancos y negros, impacientes piezas aguardan el comienzo de la partida. El trebejo listo para librar batalla.

Encabezan las filas una infantería siempre dispuesta a sacrificarse por su alteza.

Unos invisibles murallones rematan en dos esbeltas torres, llenas de misterios de doncellas cautivas y príncipes valerosos.

Las hazañas épicas siempre cuentan con gráciles corceles; una imponente caballería que honra los ejércitos medievales.

Los custodios del reino velan las armas y ofrendan sus vidas por defender al monarca, ganan espacios con sus osados movimientos, o bien desde sus propias filas amenazan con sus lanzas al enemigo.

La impronta de la pareja real jerarquiza el campo del honor. Resulta evidente las ventajas de la consorte a la hora de estas lides, siempre atenta; su destreza sobresale a la de su pareja.
A poco de comenzar encara al enemigo, busca dominar su reino, su condición de madre y esposa lo sustentan. Siempre custodiada, avanza si es necesario hasta el campo enemigo y resulta bastante común luchar con su par adversario en duras batallas, en las que ofrecen su vida como prenda de cambio, por salvar el condado. Su vida al servicio de su amado, aunque sabe que el rey puede sobrevivir sin su presencia.

Un Rey de pasos cansinos, delega sus atribuciones en sus súbditos, sus escasos movimientos le impiden grandes desplazamientos siendo muy común que esperen los resultados a la sombra de alguna torre del castillo.

Es al único que se le advierte que lo van a asesinar, una señal de alerta que altera la tranquilidad de su trono y que presagia el fin de su reinado.

Solo la astucia y valentía de los demás miembros podrán sobrellevar el asedio de la comarca enemiga.

El rey es el único que cae exánime en la batalla, cuando nada mas puede hacer en defensa de sus súbitos.

OTREBLA