No eras verdad. Yo quise
imaginarlo todo,
te adorné con virtudes
para creerte más,
y para hacerme un mundo
de imágenes perfectas
te enmarqué entre mis flores
con perfume de azahar.

Y tuve un lugar lindo
para soñar contigo.
Sobre el sendero llano,
en un blanco corcel
idealicé tu meta
la cárcel donde estaba
y tú me rescatabas
con tus besos de miel.

Rosario de mentiras
tus frases tan bien hechas;
caí, como doncella,
en tu red de papel;
me pintaste un paisaje
con arpegios y risas,
fue fácil, yo creía
que no eras como él.

Y te fuiste. La brisa,
cual huracán travieso,
vino a golpearme el pecho
mostrándome tu cara
como una garra alada
y una trova inconclusa.
Te quedaste en la musa
de mi jarra… quebrada.