A la sombra de tus besos alguna vez creció una flor;
Con los pies enterrados en la orilla del mar contemplo el atardecer,
Y un poco más lejos, un ciervo se viste de bosque.
En esta hora exacta sales de tu oficina para ir a casa,
Que ya no es mi casa,
Mi casa es el cielo, el mar, el bosque;
Una pequeña buhardilla llena de libros y escritos,
Una vieja cama, algunas sillas y pocos recuerdos.
Pero heme aquí pleno de mar, de brisa;
Sin apuro,
Y tú allá, feliz a tu manera,
Comprando hasta donde te aguante la tarjeta,
Y que llegue el príncipe que hace años esperas, y no llega,
Yo no espero nada, solo vivir sintiendo todo a mí alrededor y olvidando, solo olvidando.
Buscando con infinita paciencia la justa palabra
Que me trae el viento, que me dicta el mar,
Y luego de ello ir tejiendo versos y poemas
Como un juego,
Sin prisa, sin angustia ni premura,
Llenar cuadernos, ilustrarlos y luego
Obsequiarlos a la gente que quiero
Por un poco de pan, vino y cosas menudas.
No necesito más,
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