Capítulo 7: Tebas y el bazar.
- Bueno eso fue una historia algo… deprimente, lo mejor será que continuemos observando lo que recogimos- Sugirió Eduardo, su esposa lo miró con ternura, al igual que como lo haría un niño, el joven solía evitar las cosas tristes e inventaba pretexto para cambiar de tema.
- Tienes razón compañero, veamos, Laura trae lo que encontraste- Ordenó el doctor.
Laura tomó su morral, sacó todos los pedazos hallados con delicadeza y se los pasó a Abdul lentamente.
-¡Laura! , eres una gran arqueóloga, a tu edad nunca hice un descubrimiento como este, encontraste el cartucho con el nombre que recibió Tutankamón de su padre- Gritó eufórico.
Laura solo asintió, la verdad esa cerámica le pareció bonita por sus colores, de hecho, creía que se trataba de un pedazo de madera, no de algo tan importante como lo que aseguraba Abdul que era.
-Tut-ank-atón, eso quiere decir “la imagen viva de Atón- Completó Eduardo leyendo el cartucho, para él los jeroglíficos eran fáciles de descifrar.
- Claro, muy natural, recuerden que Akenatón fue el padre del rey Tut, se le consideró un faraón hereje por destruir el culto a Amón e instaurar el de Atón, además, el hizo a Amarna la nueva capital de Egipto cuando siempre había sido Tebas, lo que significa que nuestro niño rey se llamó Tutankatón solo hasta recibir la corona, puesto que los vestigios indican que volvió a nombrar a Tebas como la capital y volvió a ordenar la religión politeísta e ese entonces ya era conocido como Tutankamón , es decir “ la imagen viva de Amón”- Dijo Laura recordando lo que sabía del faraón.
-Entonces, las pistas siguientes están en Tebas, en marcha muchachos, volvamos al campamento a descansar mañana partiremos rumbo a Tebas, voy a buscar a Mohamed. – Indicó Abdul
En la vuelta al campamento los atrapó la noche, el velero flotaba suavemente por el Nilo era un panorama delicioso hasta parecía que el clima se había vuelto benigno con los viajeros, no hacía calor y la brisa era agradable.
Al llegar Mohamed se despidió bruscamente de todos prometiéndole a su amigo volver puntualmente al alba, se retiraron a dormir, las hamacas nunca antes habían recibido cuerpos más rendidos de cansancio.
Tebas, estaba más alejada que Amarna pero tanto los chicos como el doctor estaban esperanzados, cada vez estaban más cerca de la momia.
Mohamed podía ser muy desagradable pero era la persona más precisa que Laura conoció en toda su vida, llegó con el sol.
Como en la oportunidad anterior se trasladaron en velero a Tebas, antigua capital del alto y bajo Egipto, cuando todos miraban el agua Eduardo vio a Laura detenidamente, se dio cuenta de la cadena.
-Laura, ¿de dónde sacaste esto?, no recuerdo habértela visto puesta antes – Susurró el joven.
-Esto, me lo dio mi madre amor, para que tuviera suerte en el viaje- Mintió Laura, no le gustaba ser deshonesta con él pero sabía que si le explicaba su procedencia la haría devolverla, era un chico demasiado correcto.
Eduardo se encogió de hombros y miró al horizonte, pronto estarían en Tebas ciudad de palacios y templos.
La ciudad de Tebas era un lugar digno de ver antes de morir pensó Laura, al llegar a la entrada del lugar tuvo un dejá vhú , le recorrió la misma sensación de su último día en la universidad como si alguien la siguiese , solo que está vez no le dio ni la menor importancia.
Nuevamente se separaron , Mohamed se fue con sus hombres para comenzar a excavar, Adul y Eduardo terminaron investigando solos otra vez .
Laura estaba a sus anchas, con curiosidad corría entre los pilares, del antiguo palacio del faraón habían muchas cosas que ver, recorrió cada cámara, cuando de repente se halló en una casi intacta, los colores en las paredes se veían frescos y los dibujos mostraban a una pareja de reyes, Laura comprendió que se trataba del rey Tut y su esposa, cuyo nombre desconocía , tomo algunas fotografías , con el rato avanzo a distintos rincones pero en todo encontraba la misma temática , la feliz pareja .Nada interesante
Decidió salir un rato, cerca de ahí habían mercados y creyó necesitar una pañoleta nueva, la roja que usaba estaba totalmente desteñida por el sol, daba cada paso con cautela, no quería que nadie supiera de sus compras en medio del trabajo, miró a su alrededor Abdul estaba con su esposo revisando las escrituras de un muro y Mohamed le gritaba a sus trabajadores que se apresuraran, solo tenían un día para excavar.
-¡Que hombre tan gruñón!- Articuló Laura.
El mercado egipcio tenía clara influencia árabe, telas de vistosos colores se alargaban sobre los puestos de venta y el color dorado abundaba por todas partes.
Había un toldo algo distante de los demás y que carecía de toda ostentación, de hecho lo atendía una tierna niña vestida de blanco lino, morena de rasgos turcos con largo cabello lacio y negro, Laura notó que vendía paños de hermosos colores, cualquiera le serviría como pañuelo.
-Hola pequeña, ¿me podrías decir a cuanto vendes esas telas? – Preguntó Laura, los niños eran su fuerte ya que poseía una ternura natural.
- Veo que su pañoleta está descolorada, por lo que le voy a regalar un velo- Respondió la niña con una blanca sonrisa, se acercó a sus lienzos tomó uno color turquesa y se lo dio a Laura.
-Deje que se lo acomode, por favor- Pidió dulcemente la chiquilla.
Laura no se pudo resistir y aceptó, mientras la pequeña le colocaba el género comenzó la revelación más extraña que ha tenido la joven:
-Está usted embarazada, ¡qué alegría va a ser un niño hermoso y sano! – Dijo la infante de repente.
- No linda, no estoy esperando un bebé – Respondió Laura extrañada por el comentario de la chiquita.
La niña había terminado de acomodar el velo en la cabeza de Laura, con él se parecía a las chicas musulmanas.
-Sí, estás encinta, yo le he visto y también vi la muerte del joven que te acompaña, el de ojos verdes, si quieres salvarlo, no dejes que vaya a la tumba del faraón , está maldita– Dicho esto la niña desapareció como el humo.
Laura estaba tan paralizada que ni siquiera notó cuando la chiquilla se esfumó, ¿ella embarazada? ¿Eduardo iba a morir? , eran muchas las interrogantes cuando sintió una mano en su hombro.
-¿Qué haces aquí? , estaba preocupado, desapareciste hace horas- Dijo un alarmado Eduardo mientras la abrazaba.
¿Horas? ¡Sólo fueron unos diez minutos! , o su marido estaba siendo melodramático o ella había perdido el correr del tiempo.
Eduardo al ver el estado de Laura, la llevó con el resto de los hombres, Mohamed bufó y Abdul estaba realmente preocupado, por primera vez la locuaz joven no decía palabra alguna, con las cosas así lo más sensato era volver al campamento.
En el campamento, una vez compuesta, Laura le mostró las fotos al doctor quien maravillado exclamó
-¡Muchacha!, encontraste la línea matrimonial de Tutankamón, a ver, al parecer según esto, se casó con su media hermana, probablemente con Ankesenamón, de su misma edad, al parecer estaban bastante enamorados.
Laura no ocultó su asombro, sabía de los matrimonios incestuosos pero no le dejaba de provocar un hormigueo en el estómago saber que aun así naciera el amor.
La tarde comenzó a dejarse caer sobre El Cairo, Laura salvo por la conversación con el doctor no habló más en lo que quedaba de la jornada, en la comida fue exactamente lo mismo e incluso cuando Mohamed se fue, sus labios no emitieron sonido.
Antes de que llegara la noche la joven se fue a la tienda a meditar, hasta que otra persona tan pensativa como ella eligió el mismo refugio.
-Laura ¿me vas a decir que ocurre?-Indagó seriamente Eduardo
La chica no pudo contenerse y se abalanzó sobre su esposo en un urgente abrazo, le contó todo.
-Cariño, no creas en eso de seguro era una chamaca con un cabo suelto, no te preocupes, mañana por fin verás a la momia ¡alégrate! , nada me pasará lo prometo y si vamos a ser padres ¡bienvenido sea!- Tras decir esto la besó para sellar su promesa, sin saber que ese beso iba a ser el último.
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