Soñó con ella como no ocurría desde hacía muchos años y su presencia fue tan real que vio con claridad absoluta su franca sonrisa, su tierna mirada y su pelo suelto que tenía el color del pan tostado.
Le sorprendió sobremanera aquella sublime evocación, pues aunque fueron muchos los cálidos momentos que juntos pasaron, el paso del tiempo terminó arrojándolos a las brumas del olvido.
Despertó feliz y sin ninguna duda de que el amor de su juventud estuvo de nuevo entre sus brazos: el aroma de su perfume aún podía percibirse en la habitación entre las sábanas revueltas.
Texto agregado el 04-01-2014, y leído por 280
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