Hoy parece que las palabras están contenidas en algún lugar, donde sólo quieren callar.
Hace mucho que brotaban como mariposas, como estallidos en Año Nuevo, como remolinos y girasoles, hoy sólo enmudecen.
Ya no quieren hablar, sólo han estado ahí para atraer la desgracia, por eso callan.
Antes se llevaban horas y horas pendientes, buscaban uno y otro lugar para encontrar las suyas, ya hoy parecen malvados imanes y sólo buscan el anonimato para poder perecer.
Así se me quedan en los dedos y en la boca, besos, caricias, suspiros que no quieren buscar destino, que odian ser leídos o escuchados, porque han cobrado vida sólo para hacerme el mal.
Anónimos son mis besos ahora, no tienen nombre, edad, ni lugar, no seducen ojos, ni labios, ni acarician cabellos, no se inflaman de deseo, ni ansían un encuentro.
Sólo brotan y brotarán para un destino que no espera un destino, si bien se desea serán robados o regalados y si aún más pudieran llegar que sea el infinito mismo el seducido.
Todos albergamos deseos; el mío es disolverme, es hacerme polvo de olvido, que nadie me encuentre, que nadie me busque, que no me recuerden, que se abra una puerta invisible que me esconda tras sí, que me cubra un velo, ser un susurro y ser sólo el viento. |