Estaba en la iglesia, había escuchado la eucaristía de las 9:00 de la mañana, luego venia otra más a las 10:00am junto con los estudiantes, que parecía una actividad. Venían entrando en filas como si fuese una marcha, en la puerta principal. Lo único era que no sabía que iba a cantar mi coro (los del coro eran; Alex Rosa, Rosendo y el maestro conocido como Roberto) porque no me habían avisado antes y mi madre esperándome para irme junto con ella, se fue sola.
Uno de los del coro me dijo: (este era Rosendo)
-José ven que vamos a cantar.
Yo iba con una mochila al hombro, pero no era estudiante, solo tenía mi vestimenta como monaguillo (un fiel servidor del sacerdote). Me iba para mi casa porque dizque había tenido otro compromiso, sin embargo no lo tenía, me quede en la santa misa para cantar junto con ellos.
Íbamos en desfile, nosotros los del coro éramos los últimos, era un poquito largo el camino, mientras Rosendo le preguntaba a Roberto:
-Maestro, ¿por qué no sería mejor que usted escogiera los domingos 3ero y 4to de cada mes para cantar?
Y él le respondió:
-No lo que pasa es que no puedo en esos días, además no cantamos así por así, me pagan algunos 7,000 $ por cantar.
Rosendo le contesto de nuevo:
-Pero según me han dicho, los domingos 3ero y 4to pagan 10,000 $ a los demás coros que vayan a cantar.
Roberto calla. Y seguimos la ruta hasta entrar a la iglesia, esa hermosa eucaristía de los estudiantes, quien la iba a presidir nuestro obispo Mons. Fausto Ramón Mejía Vallejo, para ellos, cantamos con mucho gozo y alegría. |