En el ingenio consuelo, vivió hace ya mucho tiempo, un señor que se llamaba John Bell, y dejó allí fundada una amplia familia, que se quedó viviendo en el pueblecito para siempre.
John, era extranjero, aunque nadie sabía con seguridad cual era su nacionalidad, pero su acento muy extraño lo delataba en cada conversación, sin embargo por su apariencia física era difícil determinar, que no fuera de aquel lugar, porque era como cualquier de ellos, hasta en las costumbres.
El señor Bell, había dejado como herencia a sus simientes, uno de los peores trabajos que existen debajo del sol, el cortar la caña de azúcar, y quizás el peor pagado de todo el mundo, pero era lo único que sabían hacer los Bell, y a eso se dedicaron de generación en generación, aparte de jugar béisbol, aunque esto lo hacían para entretenerse y botar el golpe, del duro trabajo de cada día, como decía en vida John Bell: “mis hijos, después de un duro día de trabajo, no hay nada mejor que un buen juego de béisbol”.
Quizás por eso los jugadores que aprendieron con John, nunca sentían cansancio al jugar béisbol, porque para ellos no era un trabajo más, sino, un verdadero entretenimiento.
John Bell, en realidad fue quien introdujo, el juego de béisbol en el pueblecito de Consuelo y por él se conoció este juego en todos los pueblos cercanos, y bajo su conocimiento se formaron varios instructores los cuales usaban la misma teoría de John, “el béisbol es un relajante para el trabajador, un verdadero entretenimiento”.
Esto era una realidad, en los trabajadores cañeros quienes disfrutaban plenamente del béisbol, y quizás por eso, en todos los bateyes abundaba el pegarle a la pelota, tirar el bate y correr como un loco a la primera base.
Aún cuando no era famoso el béisbol en Santo Domingo, ya en San Pedro de Macorís se realizaban grandes juegos, entre los bateyes, que atraían a multitudes. Dicen que la familia Hazin, que no tenia ningún conocimiento del béisbol, sin embargo, le sacó mucho provecho al popular juego, porque hacían jugo natural de elaboración casera, de tamarindo y de limón y los vendían a muy buen precio a la multitud que asistía a ver los emocionantes juegos, que se realizaban todos los fines de semanas en los diferentes bateyes, los Hazin se trasladaban donde habían juegos, no importaba lo distanciado que fuera y utilizaban mulas de carga para llevar sus cargamentos de jugo embotellado y hasta llegaron a poner vallas de promoción en los jardines de los terrenos de juego, que decían: EL BEISBOL NO TIENE EMOCION, SINO BEBES JUGO DEL LIBANO. Dicen que fue algo asombroso, que según los Hazin fueron colocando las vallas de promoción, así también se fueron multiplicandos los bebedores de jugo del Líbano.
Con el paso del tiempo, la caña de azúcar fue desapareciendo en los amplios terrenos en el país dominicano, y a la vez los trabajadores cañeros se fueron quedando sin empleos y lo único que sabían hacer aparte de cortar caña de azúcar, era jugar béisbol y se vieron obligados a dedicarle más tiempo a lo que en realidad le gustaba y así fueron surgiendo grandes peloteros de grandes ligas.
Los trabajadores cañeros, que eran los que más explotados debajo del sol y los peores pagados del mundo, se habían transformado en peloteros de grandes ligas, ganando millones de dolores, en el juego que John Bell había introducido para botar el golpe después de cada jornada de trabajo.
Hoy el pelotero es la evolución del cañero y el dueño de equipo de béisbol es, la evolución del vendedor de jugo.
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