Pensé que estaba viva, y había muerto…
La “MUERTE”, tramposa y encubierta,
Me mostró un espejismo…
Sentí que el amor, el disfrute, la amistad,
Las relaciones, serían posibles,
Pero me engañó, caí en su trampa.
Confiaba, que podría renacer,
Comunicarme, vivir en armonía.
Pero el implacable tiempo,
Me demostró, la realidad.
Las “CENIZAS” de mi vida,
Se habían esparcido sin freno,
Arrastradas por el viento impetuoso,
De la adversidad.
Supe con tristeza,
Que ya no sabía amar,
Disfrutar de la amistad,
Dialogar, relacionarme,
Construir un proyecto futuro…
En realidad, tenía una existencia prestada,
Irreal, inalcanzable,
Corría detrás de ella, como una sonámbula,
Que transita por las calles inconsciente.
Pero la imprevista realidad,
Me atrapó, a la vuelta de una esquina.
Encadenada, y sin piedad,
Me condujo, a mi inevitable destino,
“EL EXILIO”, la reclusión obligada,
Hasta que la Muerte deje jugar conmigo,
Y me libere para siempre,
De ésta condenada existencia…
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