Esto es solo un fragmento de una pequeña narración.
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Tomé mi bolso y salí molesta del comedor, sabía que cuando saliera a la calle lo encontraría a él, molesto y renegando consigo mismo. El frío de la noche golpeó mis orejas, mis mejillas y mis manos y fue entonces cuando recordé que mi bufanda se encontraba en el perchero de la entrada, me detuve en seco y di un paso hacia atrás con el afán de regresar, no tanto por la bufanda, sino porque temía hablar con él -¡eh! ¿Por qué estás aquí?- demasiado tarde, ya no podría volver.
-Solo quise tomar un poco de aire- dije con voz firme mientras miraba a dos personas que caminaron por detrás de él pero sobre la banqueta. El frío se acoplaba perfectamente con la oscuridad de la noche.
-¿Por qué lo hiciste? – me preguntó decididamente mientras el reflejo de la luz de una de las dos lámparas que alumbraban la entrada del comedor golpeaba suavemente sobre su mejilla y le daba un brillo agradable las pupilas de sus ojos. No dije nada, me limite a encoger los hombros y esperar a que volviera a hablar él, pero no lo hizo; sentí su mirada sobre mi y eso me incomodó más de lo que ya estaba, se aproximó hacia mí y justo cuando iba a colocar su mano izquierda sobre mi hombro derecho dije -Yo no quería hacerlo, me negaba a hacerlo; pero fuiste precisamente tu quien dijo que olvidar lo que pasó era lo mejor. – Su expresión se volvió dura pero sus ojos mostraban debilidad y el temblor de su labio inferior lo confirmaba.
-Y entonces decidiste hacerme caso, nunca me haces caso pero ese día lo hiciste, ¿por qué?
-Porque me di cuenta de que tienes razón, no puedo amarte y tú no puedes amarme- justo en ese momento coloco un dedo sobre mis labios, mientras que con el dedo pulgar acarició mis mejillas y me miró fijamente, -¿Y por qué no? nosotros no somos culpables de que nuestros padres se odien, nosotros no tenemos la culpa de lo que le pasó a tu hermano y a mi hermana, eso fue un accidente y nosotros no tenemos la culpa de amarnos como nos amamos- se hizo un silenció que se interrumpió porque un gato se ocultó en un arbusto cerca de nosotros –porque tú me amas, ¿cierto? Así como yo te amo a ti-
No pude resistirme; sus ojos se clavaron en los míos, su rostro se aproximó al mío y su aliento se unió al mío.
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