Capítulo 3: ¡A volar se ha dicho!

Después de dos meses los preparativos para el viaje comenzaron, los chicos no se preocuparon mucho por la ropa ambos llevaron lo que creyeron necesario pero los implementos de trabajo eran otra cosa, de eso no se podía olvidar nada, el vuelo era al día siguiente y el panorama era muy alentador, Laura ejercería por primera vez, trabajarían juntos y conocerían una cultura milenaria ¡que mejor!
Mientras Laura observaba divertida como su esposo batallaba con una maleta y le lanzaba improperios comenzó a pensar que desde esa noche de la graduación había tenido retraso en su periodo, creyó que la mejor manera de decírselo a su marido era esperar un poco más, estar segura y luego darle la noticia no es que no quisieran tener hijos pero en ese momento sus carreras eran la prioridad.
Durmieron como nunca esas pocas horas que les quedaban y a las cinco de la mañana ya estaban en pie, se sentían impacientes, ese era su primer viaje.

En el aeropuerto ya estaban los padres de Laura esperándolos para desearles éxito, la chica sentía algo de tristeza por Eduardo, los padres de este habían muerto cuando era apenas un niño por lo que se crio en las frías paredes de un internado gracias a un tío que mes a mes, depositaba dinero para que recibiera buena educación pero sin ser una molestia, quizá por eso ella era tan amorosa con él casi maternal, intentaba suplir esa carencia familiar que guardaba el corazón del joven.
De México a Egipto eran alrededor de dieciocho horas de viaje, Laura miraba con suma concentración el paisaje que se elevaba frente a sus ojos a medida que el avión iba despegando, desde ahí Guadalajara se veía muy pequeña. Eduardo quiso matar el tiempo leyendo un libro de turismo y Laura solo podía pensar en lo afortunada que era, definitivamente a la vista de cualquiera había sido muy bendecida, fue hija única, la luz de los ojos de sus padres, una niña que siempre se destacó entre las otras por su inteligencia y aspecto físico, en su época de adolescencia era muy atlética y popular, luego para darle un toque de gracia se casó con un maravilloso y se graduó con honores de una prestigiosa universidad de su natal México. Pero a veces ese mismo desconocimiento al dolor la hacía dudar puesto que el destino le había sonreído durante toda su vida pero en cualquier momento le podría dar la espalda para permitirle experimentar el temido sufrimiento y la indeseable amargura , lo que ella ignoraba es que sus miedos pronto se concretarían apenas pusiera un pie en el Cairo.