POEMA N.
(Las voces en silencio).
Era de mi vida,
la tarde más gris,
cuando del templo te vi salir,
con el rostro en lágrimas,
con tus manos temblorosas,
caminando lento descalza,
y de tu abdomen abultado,
imagine del futuro la tristeza,
negando en tu boca su nombre,
que guarde para mi conciencia,
y que me dijo, la vergüenza,
de ser hombre, sin no responderte,
tu llamado, por amor entregado,
tenías diecisiete escasos,
y te mire los ojos de abandono,
pero tu paso continuaste,
pronunciando el nombre,
de quien te engaño en lo más sagrado,
y que esperas de dios su terrible pago.
Rey Cimba. ©
|