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Se dice que antes de que el Profeta Mohammed, (la paz y la oración estén con él), ascendiera a los cielos en su viaje Isra y Miraj de la Meca a Jerusalén; e incluso años previos al instante en que recibiera la revelación de Al-Qur’an de labios de Yibril en una cueva… antes de todo eso, existió un beduino que al paso de los años se convertiría en el más poderoso guerrero que acompañó al Profeta.

Se trataba de Abul Salid Allah ibn Rusd, más conocido como Abul el Copto. De él se cuentan varias leyendas, según las cuales germinó en los pliegues de su piel y los valles de su corazón un desprecio tal hacia el paganismo, que fue de los primeros en destruir los ídolos impuros de la Kaaba, antes de que el Profeta Mohammed, (bendígale Allah y esté con él), santificara el lugar.

De todas las historias sobre Abul el Copto, quizá la más extraordinaria es la de su encuentro con el Genio Beduino…

Ocurrió que siendo adolescente, Abul el Copto se encontraba cuidando un hato de camellos de su abuelo Musa al-Muttalib, miembro de la tribu Quraysh. Se dice que entonces sus ojos imperturbables que apenas y asomaban del cheché, descubrieron un objeto brillante en las dunas, al cual se dirigió y extrajo intrigado, agitándolo al sentir que estaba lleno de algún líquido que dirigió a su boca luego de deshacerse el embozo.

Cuentan los ancianos, (pero Allah sabe más), que del artefacto brotó un chorro cristalino que bebió Abul el Copto; líquido seguido por una hebra de humo que en lugar de desvanecerse en el aire se concentró en el punto donde Abul arrojó el artilugio antes de caer de espaldas por el susto, luego de pasarse el agua que se mecía en la oquedad de su boca.

Se dice que la nube de humo iridiscente conformó sin prisa la figura raquítica del Genio Beduino: un ente esquelético de rostro magro envilecido por una sonrisa de sarcasmo a tono con el cabello largo como crin de caballo, con el cual se cubría la espalda comba y tapaba las piernas flacas cruzadas sobre la arena.

¿Por qué Abul el Copto no se incorporó como picado por un escorpión y echó a correr hasta protegerse tras los cuerpos ásperos de sus camellos atónitos?… Ese es uno de los misterios inescrutables de esta historia fidedigna… El caso fue que en lugar de escapar, Abul el Copto recurrió al conocimiento que tenía sobre la obra “Rituales y Precauciones de un Beduino ante los Genios”, del nómada Ibn Badawi, y formuló un deseo sin esperar siquiera a que el Genio Beduino terminara un bostezo obsceno y estruendoso.

La petición de Abul el Copto fue “disponer de un hato de camellos”; y como el genio poseía un humor malsano, le cumplió el requerimiento “otorgándole” los animales del abuelo Musa, que Abul ya cuidaba de por sí, y que ratificaron su cambio de propietario levantando al unísono las cabezas como tumores sobre los robustos cuellos oblicuos.

Como pasarían semanas para que Abul el Copto comprendiera que ya había gastado dos deseos, siendo el primero el del agua, todavía formuló una petición más: tener a su lado a la mujer más bella de entre las hembras hashimíes.

Sobra decir que el Genio Beduino hasta desorbitó los ojos lúbricos cuando contempló la imagen desnuda, nacida en la mente de Abul, de una de las mujeres de Musa: Yashía, a quien Abul alguna vez había espiado en la tienda del abuelo. De modo que el Genio Beduino cumplió el tercer deseo antes de difuminarse luego de hacer un saludo con las manos cadavéricas sobre el pecho sumido.

Abul el Copto aún no salía de su estupor al ver diluirse la imagen perversa del Genio Beduino, cuando se acercó hacia él una comitiva de mujeres con los rostros cubiertos. Entre ellas estaba Yashía, quien se intrigó ante el objeto brillante y se aproximó al muchacho, el cual “la tuvo a su lado” por lo menos durante los segundos en que Yashía lo interrogó sobre la lámpara, para después retirarse intrigada al esperar una respuesta que no obtendría, a causa del rostro demudado de Abul el Copto.

Narran quienes de esto entienden, que Abul el Copto no tuvo tiempo de sentir vergüenza al ver los cuerpos doblados por la risa de las doncellas divertidas; que se apoderó de la lámpara donde se recluía el zafio Genio Beduino; y que la enterró profiriendo tantas maldiciones, que la boca se le deformó como cauda de serpiente.

Pero de todo esto ¿quién puede saber la verdad?, sólo Allah, quien es más bueno y más sabio, y que conoce centímetro a centímetro la textura de las almas.

Texto agregado el 27-12-2013, y leído por 289 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
04-01-2014 Qué esplendido cuento. No sé porque me lo brinqué por nada me pierdo de esta extraordinaria historia contada con tu inigualable estilo. un abrazo. umbrio
27-12-2013 Ya no se puede confiar en los genios! Rentass
 
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