Anita incapaz de aceptar la muerte de sus padres y la nueva situación por la cual atravesaba viviendo con sus tíos, deseaba con tal efervescencia que los eventos que la habían llevado a ser huérfana jamás hubiesen ocurrido, que hubiese dado hasta su alma con el fin de lograrlo.

Una noche de diciembre en que las estrellas iluminaban el firmamento de forma esplendorosa, en que el viento era suave y frio y los arboles simplemente bailaban al son suave de la melodía del aire circundante Anita deseo nuevamente solo dos deseos, fijando su mirada en el inmenso cielo.

Cerrando los ojos entonces entonó con voz alta:
- Daria hasta lo que no tengo por dos cosas en esta navidad: que mis padres aun viviesen y la segunda que la muerte jamás volviera a tocar a uno de los míos.
Aquella hubiese sido una noche cualquiera llena de suspiros y deseos imposibles de alcanzar de no ser porque transcurridos veinte minutos de sus deseos, justo al filo de la media noche apareció frente a ella una señora de tez blanca, cabellos negros como el ébano, vestida con una larga túnica de color rojo carmesí y unos grandes y fríos ojos que se clavaban en ella como escrutándola.

Anita llena de temor solo se quedó mirándola de pies a cabeza como paralizada ante la aparición,

De la nada aquella extraña dama le dijo:
- Tus deseos serán cumplidos Ana pero antes quiero que veas como será tu vida bajo lo que acabas de pedir.
De inmediato envuelta en una neblina azul que todo lo oscurecía se veía así misma joven, rodeada de sus padres, pero estos no musitaban palabra alguna, no se movían y mucho menos le expresaban cariño alguno, eran simplemente seres sin alma, además al mirar entonces a sus tíos los vio tristes y decaídos deseando reunirse con aquellos que no estaban entre ellos y maldiciendo cada segundo que les tocaba sufrir en un mundo que ya no conocían.

Anita en ese instante comprendió algo que durante el tiempo anterior no quiso entender “ser efímeros no nos hace vulnerables, solo únicos en todo lo que hacemos”.

No sabía cómo decirle a la mujer que no deseaba un mundo así, pero antes siquiera de expresar algo la mujer que la miraba detenidamente le dijo:
- Tú me invocaste con tus deseos y a no ser que superes una prueba me llevaré tu vida y la de tus tíos en vista que no deseas el futuro que te mostré.

Ahora si de verdad se encontraba entre la espada y la pared pues por querer recuperar a sus padres ahora perdería las únicas cosas que le quedaban en la vida, sus tíos y su vida.

Asustada y sin dar marcha atrás decidió que no perdería lo único que le quedaba por su egoísmo y estupidez así que aceptó:

La prueba consistía en recorrer un estrecho túnel negro completamente descalza llevando en su mano un inmenso velón negro encendido. Debía pasar a través de él sin permitir que a pesar del fuerte viento las llamas se apagaran, sin embargo no podía utilizar nada que impidiera el paso del aire a través del fuego que no fuera cualquier extremidad de su cuerpo con excepción de las manos.

Anita pensó que eso sin duda era imposible pues al adentrarse sin un farol o sus manos arropando la llama este se apagaría de inmediato.

La mujer reía a carcajadas pues esa prueba sería imposible de sortear, pero justo cuando iba tomar su vida Ana recordó que su madre siempre se las ingeniaba de alguna manera para encontrarle solución a los problemas.

Así que valientemente introdujo la llama del velón en su boca e inclinando su cabeza comenzó a recorrer el camino señalado hasta llegar al otro extremo del túnel.

Cuando sacó el velón de su boca este aún estaba encendido y aunque recibió uno que otro quemón en su lengua aun conservaría lo poco que le quedaba.

Al otro lado solo se escuchaban gritos de histeria y un intenso viento helado se apoderaba de todo el lugar, de la nada la mujer apareció a su lado y le dijo: Espero que la próxima vez que desees que yo no exista lo pienses dos veces.

Desde ese momento Anita aprendió a disfrutar de lo que tenía quedándose solo con lo mejor de lo que ya no poseía.