¿Qué es eso que tiene el verano que lo hace ser tan único? Una época del año que mucha gente espera con entusiasmo, donde focaliza todos sus sueños, donde piensa que puede hacer cosas que durante el año no pudo.
Yo era de esas.
Esta vez los planes para mi verano eran diferentes a los de siempre. Iba a pasar unas vacaciones alejada de mi grupo de amigos, con gente que no conocía. De intercambio en otro país.
Estaba ansiosa, y se puede decir que muy feliz. Pero todavía seguía esa molestia, en el fondo de mi, que hacia que no me quisiera separar de toda la gente que queria por tres meses, no queria perderme de todas las actividades y novedades de verano junto con mis amigos y familia.
También habia algo que me decia que era mi sueño, y que si iba a estar en un lugar donde siempre habia deseado tanto ir, no podía perder esta oportunidad.
Durante las dos semanas anteriores al día de viajar, me propuse hacer todas las cosas que quisiera, y disfrutar de los días de calor y libertad que podía pasar en mi ciudad. Salir con mi familia, con amigos, ir a la playa, tener demasiadas despedidas que me habían organizado, porque todo es motivo de festejo. Y si, lo disfruté, me divertí, y sabia que me iba a ir con una sensación de haber aprovechado un poco mi tiempo en mi lugar.
La noche anterior al viaje, no podía dormir, miles de cosas se me venian a la cabeza. Alegría, al saber que iba a ir por primera vez a Nueva York, la ciudad de mis sueños. Pasar una navidad y un año nuevo diferente, sin el calor de Argentina, con mucho frío y mucha gente desconocida. Miedo, de no encajar, de no hacer amigos, de estar sola durante meses. Tristeza, porque soy de esas personas que extrañan demasiado cuando estan lejos de alguien, y esta vez no iba a ser la excepción.
Entre pensamientos y pensamientos logré dormirme, cerre los ojos (parecieron minutos) y cuando desperté habia llegado el día tan esperado.
Continuará...
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