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Una Navidad como cualquier otra

Siempre igual. Se acercan las fiestas, empiezan a poner las luces por todas las calles de la ciudad, engalanan los escaparates de los comercios, adornan farolas y estatuas, salen a relucir gorros y bufandas,… Todo, absolutamente todo, se ve invadido por un estresante ambiente navideño

- ¡Arranca, imbécil, que está en verde!

Vaya, cómo se ha puesto por medio segundo de despiste. Se ve que tiene prisa el niñato. Pasa, hombre, pasa, total, tanto da. Hay mucha gente caminando sin ton ni son, parando en cada tienda que se encuentran a su paso y cargando docenas de bolsas llenas de detalles para la familia. Hay padres que tiran del brazo de sus hijos, “no, no te voy a comprar más dulces, que si no luego no comes”, “no te lo voy a comprar, ya se lo pedirás a los Reyes y si eres bueno te lo traerán. Abuelos llevando el bastón en una mano y a la pareja de nietos “enmanoplados” en la otra, maridos que hablan por teléfono preguntando cuántos kilos de gambas tenían que comprar, y si eran crudas o cocidas. Bien, por fin, un hueco libre para aparcar. Será mejor que me ponga yo también la bufanda si no quiero pasarme la mañana con la punta de la nariz congelada.

Parece mentira, ya estamos a día 23, y parece que fue ayer cuando acabó el verano. Qué asco de tiempo, con esta niebla tan fría seguro que los centros de salud están saturados de niños moqueantes y viejos griposos. Normal, demasiado frío, demasiada humedad. Ya lo dijeron ayer en las noticias, ya van 6 personas ingresadas de gravedad con hipotermia. Me preocupa, me preocupa mucho.

Bueno, pues ya estoy aquí… Sabía que seguiría aquí, al menos este banco está algo más resguardado del viento, y puede dar gracias a que hoy no ha caído una helada como las de la semana pasada, si no... Vaya, parece que se ha hecho con algunos cartones más resistentes, y la manta que le traje no le habrá venido nada mal. Ojala pudiera hacer más, pero…

- Papá, papá… Buenos días, papá
Y bueno estaba duro de frío, costó sacarlo del trance en el que se encontraba.
Abre un ojo y sin importarle nada, se incorpora y me mira como siempre, perdida su mirada.
Siempre me fastidiaron las navidades y ésta en especial. Hacia casi un año que papá se había ido así nomas para vivir inmerso en sus pensamientos. Había decidido hoy a casi horas del festejo traerlo a casa para pasar una noche juntos y para no sentirme sola.
Tenía todo preparado, su sillón en el que leía el diario y fumaba su pipa. Una rica cena con un buen vino y algo burbujeante para brindar por qué? (me preguntaba) si él vivía en su mundo a un paso de morir de hipotermia, como había escuchado en las noticias de varios casos como todos los años.Debía ayudarlo a salir de eso aunque sea por un rato o por una noche.
Fue en esos días que decidí pedir un deseo o un regalo a papá Noel. Era justo hacía varios años que no lo hacía.
Me convertí en parte de ese caos que hace la navidad, mis ganas eran inmensas, estar con él. Insistía diciéndole papá, papá, hola, levántate que nos vamos.
Estaba preparada para volver sola y no encontrarlo allí donde se quedaba por las noches.
Algún día no lo vería más me enteraría por las noticias que iba a ser uno más que la vida lo castigó.
Estuvimos un rato sentados en ese banco, él seguía sin hablar, y de pronto empezó a acomodar los cartones prolijamente, eso lo caracterizaba en él, la prolijidad el detalle. Nunca supe lo que lo llevo a esta situación. Siempre tuve la esperanza que algún día volvería conmigo, sé que no fue fácil la convivencia. Me olvidaba, les quería contar que escribía cuentos y muy bien hasta llego a publicar uno con poco éxito pero le bastó para creer en algo. Seguíamos allí cuando me agarra de la mano y con dificultad se para, haciéndome un gesto para irnos. Mi cara se puso roja y no de frío, mis ojos se iluminaron de felicidad ante este avance que muchas veces trate en vano que sucediera imaginándomelo.
Llegamos a casa yo no paraba de hablar y contarle mis cosas, él no articulaba más que un sí o un no.
Con sutileza le prepare un baño caliente, tenía preparada ropa limpia que había dejado y guardaba con mucho cariño. Mientras se bañaba prepare la mesa con velas, cosas ricas y esperando pasar una noche inolvidable.
Sentada mirando alrededor de la sala vi entre los adornos y libros, algo azul, nunca había prestado atención de ese rincón. Me acerco, corro algunas cosas y era su libro.Siento un fuerte latir y nerviosismo mezclado con emoción. El lomo azul, en la tapa, una figura de un hombre en sombras, que casualidad siempre estuvo allí y yo nunca lo había ni siquiera hojeado.
Me conmovió cuando al leer algunas páginas, me di cuenta que relataba lo que ahora era su vida. Apurándome para leer el final antes que saliera del baño, no entendía, pero me di cuenta que él buscaba terminar así solo porque la falta de amor que sentía era muy fuerte y no lo podía soportar. No es justo pensé es solo un cuento, si mi mamá le dio su amor hasta su último día y yo hice lo que pude. Es cierto lo deje solo mucho tiempo por mis estudios y peleábamos mucho.
Me impacto la última frase. “La muerte llegara de la mano de mi hija encontrándome en un lugar tibio y con la última bocanada de mi pipa”. Corrí al baño no me animaba a entrar, al abrir allí estaba él muerto, dentro de la bañera con su pipa en la mano. Anunció su final, lo había escrito. Fue una navidad como cualquier otra.
Fin

Texto agregado el 23-12-2013, y leído por 78 visitantes. (0 votos)


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