Era, uno de esos tipos creyentes en el destino, devoto a la escritura de los días más allá del tiempo inexistente. Cargaba con un aire de bohemio desoxigenado.
Bajó las escalinatas de la facultad, y se dio hacia las veredas ventilado, con el paso aburrido de la costumbre, jugando entre las líneas no pisadas, despistado, colgado de sus nervios mas dormidos, cruzo calles por sendas peatonales...
Paro en un kiosco (de esos que no se encuentran cuando se los necesita) para comprar sus cotidianos caramelos mentolados.
Como siempre despistado, y con una billetera al mejor estilo “agenda de Minguito” dejo caer papeles y monedas, como apostando a las baldosas… ¿una flecha?, Si... una flecha dibujada, adornada con un lindo 17… cosa rara, a la que le dio la importancia igual a un caracol pisado.
Guardo todo como pudo (como siempre), compro sonrojado los caramelos y huyo sin dejar rastros…
Al llegar a la esquina. Parado al lado del semáforo. Miro al piso por casualidad (cosa en la que no cree) y se encontró con otra flecha, hecha de tiza y con un 16 poco legible y muy pisado, al ver que la flecha indicaba hacia su mismo camino, siguió como si nada pasara, pero sin dejar de prestarle una o dos neuronas al acontecimiento.
Llego a la esquina, ya mirando al piso, buscando la flecha 15, la cual, encontró media escondida detrás de una columna un bonito edificio, esta, tampoco le desviaba la trayectoria, así que siguió el viaje… como podrán imaginar, no dejo de mirar al suelo en toda la ancha vereda en busca de más indicios. Dando una ojeada a todas las personas, tratando de encontrar caras cómplices del juego.
Al llegar a la flecha 14, noto que esta, le desviaba de su camino a casa, y lo pensó un momento, son 14 cuadras a la deriva, ya se que no tengo que llegar temprano a ningún lado, pero es una perdida de tiempo no programada… pero… pero la incertidumbre en estos casos, y mas en las personas creyentes del destino, es como la ambición de un gordo pelado, con bigotes y creyente en el dinero.
Titubeo no más de cuatro segundos y siguió la flecha, opto por la aventura del destino ya marcado, muy decidido, y hasta con una mueca de contento podría decirse…
Pensó en fortunas y dinerales, 13, en un amor flechado (por algún cupido tercermundista con flechas dibujadas de tizas), 12, creyó poder estar en la resolución de sus problemas, 11, alguna misión inesperada, 10, algún mensaje de un familiar fallecido, 9, una broma mal jugada, 8, un sentir nuevo y diferente (no tan monótono), 7, pensó, creyó y se ilusiono con tantas cosas 6, 5, 4, 3, 2…
Se encontraba a media cuadra de su destino, de la flecha 1, no sentía el cansancio de las cuadras, (cuando uno piensa mucho tanto no se cansa) su ansiedad era un espiral hecho de alambres que le cruzaba el estomago de lado a lado, había agotado todas las posibilidades que se le pudieran ocurrir… la incertidumbre lo consumía por dentro…
Flecha 1, y a dos pasos, una flecha verde que apuntaba a una puerta altísima, de una casa antigua, con ventanas cubiertas por cortinas gastadas de años…
Toco el timbre y espero ansioso por su premio… lo recibió un hombre alto y muy flaco, con bigotes amarillos de tabacos… que lo tomo del brazo y lo metió para adentro…
Pobre ingenuo creyente en el destino…
Volvió a su casa descalzo, en pantalones cortos y sin un peso…