En verdad eran erróneos los testimonios sobre la esfinge, pues provenían de pusilánimes que sólo imaginaban los entresijos de la zona del desierto conocida como “El Abismo del Nun”. De manera que al paso de las generaciones se pensó en un felino asexuado con rostro de anciano o de prostituta; y no fue extraño que se le adjudicara un carácter enigmático y una compulsión a plantear enigmas inextricables.

Sin embargo sólo a pocos les constaba lo que era la esfinge. Se trataba de aquellos hombres de corazones de granito que sobrevivieron en su incursión lejana al Abismo del Nun, a diferencia de los caídos que ya sólo eran detritos consubstanciados con la arena que agosta el sol.

Pero aquellos elegidos por el Fatum no deseaban compartir su experiencia con el vulgo, como ocurría con Abjden Anubis: un guerrero nubio de complexión estilizada y rostro pétreo cuyos ojos crueles semejaban injertos de chacal.

Abjden Anubis era el señor de una franja del Nilo donde hasta los faraones pagaban derecho de peaje. Poco se sabía de su pasado previo al momento en que lideró a una legión de cazadores de ébano para erigirse como un dios sobre la tierra.

Pero quien hurgara en los vericuetos de su mente no descubriría una pesadilla, sino un “diálogo” continuo con la esfinge, quien le susurraba sobre la futilidad de su destino.

De hecho Abjden Anubis fue uno de los pocos lancinados por la conciencia de la esfinge al rozar la muerte en mitad de una tormenta de arena que lo asfixiaba como harían los anillos indiferentes de una boa.

De modo que solía evocar con un miedo animal que no había nada humano en el ser oculto por cuajarones de aire y los granos arrancados a la gravidez de las pirámides.

El corazón de Abjden Anubis nunca se abrió ante ninguna mujer en su lecho, pues habría hablado de una entidad ubicua de la estirpe de los dioses que atestiguan la supervivencia humana.

Porque justo eso había ocurrido con un irrespetuoso Abjden Anubis joven que penetrara en el Abismo del Nun para arrostrar a un monstruo tajado de los mitos, quien se le manifestó luego de que una tempestad de viento y arena lo separara del camello asfixiado al poco tiempo.

Sin embargo Abjden Anubis jamás dio su versión sobre la naturaleza de la esfinge, pues hubiera descrito a un Ente In-Humano cuya voz de bestia arcana inoculada en su conciencia lo acompañaría hasta el último de sus días.