Saudade de voce
Un calor infernal y yo debía presentarme a una entrevista a las 4 de la tarde, creo que fui valiente al haber aceptado el horario, no sabía ni dónde quedaba el lugar y como bebo tanta agua, me transpiraba hasta el pelo, que no es malo considerando la cantidad de impurezas que se eliminan, pero ese día hubiera querido evitar tanto sudor.
Llegué al lugar y me entrevistó un brasileño muy simpático (es raro encontrar alguno que no lo sea), me hace un par de preguntas y nunca supe si contesté lo que él requería. Alguien lo llamó al celular y Oh milagro! Ya estaba contratada. No entendí por qué tan rápido, cuando yo pedía más dinero de lo que ellos querían pagar.
Después lo supe. Comencé a trabajar con Samira, una brasileña preciosa, con ascendencia árabe ojos grandes y cejas bien delineadas, cara alargada y nariz triangular, su pelo café muy rizado. Qué mujer más alegre!, profesora de lenguaje en Brasil, aquí, pariente del dueño y Jefe de Finanzas y yo, su asistente.
Me eligió como ella hacía todas las cosas, por intuición, me vio de lejos cuando me entrevistaban y llamó al celular de este señor y le dijo que yo era quien trabajaría con ella. A Samira era difícil llevarle la contraria. Armamos la oficina, desde amueblarla, poner cortinas y persianas, comprar libros contables, computadores, y también unas lindas plantas que a ambas nos gustaron.
Al principio casi no había ingresos, los sueldos de todos se demoraban en llegar, así que mi tarjeta de crédito llegaba a crujir de tanto usarla, no solo para mí, sino para prestarle a mi jefa. No me importaba hacerlo, ella fue demasiado generosa conmigo, en su afán de conocer mi país, me involucraba también, yo que apenas salía de casa para trabajar en ese entonces. Con ella y su marido recorrí Santiago de noche, fui a restoranes que ni siquiera sabía que existían. Abrazaron a mis hijos como suyos, pasaban a buscarme con mis chiquillos y nos íbamos a la playa o cualquier otro lugar que se les ocurriera conocer.
Un día llegaste tú, hermosa, con tu minifalda roja, nada de español por ese entonces, hasta tu hermosa sonrisa era en portugués, era chistoso salir contigo a almorzar, parabas el tránsito en Providencia a tu paso, tu hermano era uno de los socios, conocías del negocio, así que estabas a cargo de la administración de las ventas, contigo y con Samira pasé los momentos más alegres de mi vida.
Como había poco trabajo al principio, nos íbamos temprano al departamento de mi jefa a tomar té (chá), me obligaron a comer paltas con azúcar y no concebían que yo le pusiera aceite y sal y la agregara al pan, yo les enseñé a comer marraquetas tostaditas.
Pero lo bueno dura poco, El esposo de Samira y su hermano que era el socio principal de la empresa, se pelearon y en un breve tiempo se volvieron a Brasil y sin quererlo me convertí en jefa del departamento, contraté una secretaria, un junior, me subieron el sueldo y tú mi amiga querida te quedaste sola en Chile, bueno ni tan sola, estabas conmigo y con tu pololo chileno. Relación de la que me confieso culpable, con mi marido en esa época, te armamos una cita a ciegas, un ejecutivo de la empresa donde trabajaba el que ahora ya es mi ex, bueno tú y yo sabemos todo lo que pasó después, te casaste, nacieron las niñas y viviste tiempo en Brasil, tiempo en Quilpué, otro tanto en Viña, vuelta a Brasil y finalmente Viña de nuevo, o algo así, no lo recuerdo muy bien.
Hace mucho tiempo que ya no trabajo en aquella empresa, sin embargo nuestra amistad ha sobrellevado los embates de la vida, tus idas y venidas, permaneciendo firme en el tiempo y ahora que te estás divorciando y vuelves a casa en forma definitiva con tus hijas, siento que no te pierdo, porque eres mi amiga, porque te quiero, porque hemos pasado una vida juntas a pesar que nos vemos dos o tres veces al año.
Este año nuevo quizás nos demos el que será el último abrazo en mucho tiempo, nos divertiremos y lloraremos, nos embriagaremos con champán sentadas en el suelo, despediremos esta residencia en Chile, que sin ser tan buena en algunos aspectos, sé que te deja buenos amigos y grandes recuerdos. Amor por Neruda, por Viña del Mar, por la Cordillera de Los Andes, por las almejas, las ostras, la reineta, la merluza y por una buena copa de vino tinto y por supuesto me dejas a mí, tu amiga que ya siente saudade de voce.
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SAUDADE
Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto Pablo Neruda (Chile, 1904-1973)
Saudade -Qué será?... yo no sé... lo he buscado
en unos diccionarios empolvados y antiguos
y en otros libros que no me han dado el significado
de esta dulce palabra de perfiles ambiguos.
Dicen que azules son las montañas como ella,
que en ella se oscurecen los amores lejanos,
y un noble y buen amigo mío (y de las estrellas)
la nombra en un temblor de trenzas y de manos.
Y hoy en Eca de Queiroz sin mirar la adivino,
su secreto se evade, su dulzura me obsede
como una mariposa de cuerpo extraño y fino
siempre lejos -tan lejos!- de mis tranquilas redes.
Saudade... Oiga, vecino, sabe el significado
de esta palabra blanca que como un pez se evade?
No... Y me tiembla en la boca su temblor delicado.
Saudade... siente saudade de voce.
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