En ése, ese bar
Jugaban al te jodo y me dejas
Las palabras filosas,
Ladinas y afinadas
Son como las agujas de una brújula
Enloquecida
su gesto y su actuación
sus gestos y sus interrupciones
Se precipitan
Al precipicio
El pibe trae un agua sin gas
Y vos?
Ella le dice:
-No quiero nada.
Con devanada paciencia
Él insiste:
-¿Seguro que no querés nada?
“-Está bien: quiero la liberación
Aunque me sienta presa
Que ya no me prometas cosas,
Que no me devanes los sesos
Que ya no utilices mi magia y mi derrota para salpicarme de deseos
Para urgar en mi delirio, en el delito de amar

Quiero tu misericordia de hombre subordinado
A la falsa moral y las buenas costumbres
Elijo al hombre equivocado
que se especializa en cagar a la indicada
Detrás de tu pequeña burguesía disfrazada de desesperación
Yo veo tu enfermedad.
No quiero recortes de periodistas,
Notas y artículos, lo que tus labios no pronuncian
No deseo ser más tu confidente
Que desconfía.
No me confundas
Yo soy revolución permanente, si quiero
Y no permanentemente una re- boluda.

Y podés guardar ese libro que me compraste
Para tu arbolito de navidad,
O lo guardes para tu hija,
O lo lleves hacia otras soledades, que te han acariciado
Y seguramente dejaste atrás.

Yo guardaré tu orzada envuelto en vidrio y papel
Para otras naves, y mares, y costas
Yo guardaré las formas, los confites
El camino de la inefable habilidad
De sufrir por menos que mucho
Buscando una vez más
Al hombre indicado.”