A BOTELLITA LE PEGARON PORQUE NO HABÍA A QUIEN PEGARLE
Siempre que lo intentaba lo lograba. A sus escasos catorce años era una promesa del balompié local, su fundamentación y rica técnica le permitían hacer uso de un dominio exquisito de la esférica, con buena visión periférica lograba organizar a las líneas donde a gritos le pedían pertenecer, manejaba de igual manera el remate en media distancia; sea de izquierda o de derecha y el regate, el regate era su fuerte, pero como todo no es perfecto y pese a su destaca saltabilidad, no era suficiente para la disputa de los balones aéreos con sus rivales dada su escasa estatura para la edad, sin embargo, siempre que intentaba vulnerar el arco contrario ya sea por sus cualidades o por la suerte o por quien sabe quién, conseguía su cometido.
Su primer intento en un club medianamente organizado fue en el temido Santos de las Tablas, onceno en el que hacia pareja en la creación con el gran “Papi” Campos, un mozalbete de zurda endiablada que ponía la redonda como quería, pero Botellita era la atracción, las miradas de propios y extraños se posaban en su menuda figura y en su singular forma de andar por la cancha. En condiciones climáticas normales imponía su calidad de manera abrumadora pero con la llegada de las lluvias y el terreno mojado, los esquemas tácticos se derrumbaban ante su magia y talento soportado en su diminuta anatomía que se adaptaba mejor a la nueva circunstancia.
Al término de tres temporadas el Santos de las Tablas se hizo cada vez más temido, guiados por los hilos de su estelar figura. Para ese entonces el “Papi” Campos y Botellita contabilizaban más de ciento cincuenta anotaciones en sus cuentas personales, y el viejo “Rafa”; el mejor dirigente deportivo que ha dado la región, realizaba los primeros acercamientos con los dirigentes capitalinos para mostrar el talento descollante de la figura barrial.
Por esta y por muchas razones más, nadie entendió y aun nadie comprende porque el primero de marzo de ese año, Winston Anthony Linero Fayace más conocido como Botellita, apareció vestido de negro, se colocó en la bomba central del escenario futbolístico, levantó sus manos, llenó sus pulmones de aire para posteriormente descargarlo sobre el silbato que reposaba en su boca, y decretar el inicio del juego. Un juego pare él siniestro que lo llevaría a múltiples golpizas por parte de jugadores, dirigentes y fanáticos, fecha tras fecha.
Para fin de año la cancha de futbol de Arigua una de las más concurrida por su ubicación en el centro del poblado. Se había convertido, por caprichos políticos, en dos placas polideportivas separadas por un par de escalinatas en concreto que simulaban una pequeña gradería. Esa noche se efectuaba la programación normal del campeonato de Futbol Sala Varones patrocinado por el ente deportivo municipal, al tiempo que en la otra placa se realizaba un partido de baloncesto femenino. Botellita quizás decepcionado del futbol, pero atraído por los encantos de la “Kuky” Diaz, su novia de siempre, permanecía como espectador entusiasta del partido realizado entre las féminas.
Promediando la segunda parte del cotejo masculino se suscitó una falta confusa y esa fue la chispa que encendió la mecha. Los miembros de ambos clubes iniciaron un rito sim precedentes en la historia de esta región; empujones, forcejeos, insultos, más empujones, más forcejeos, más insultos. Hasta que Pedro “Pimpín” Llanos grito. “Botellita nuca pita ese tipo de faltas”
Un silencio corto y sepulcral matizo el ambiente. Y enseguida, como si se hubieran puesto de acuerdo y solo esperaran esa señal, los hasta hace un ínstate rivales emprendieron veloz carrera en dirección a la vecina cancha y en un ataque sorpresivo descargaron la furia reprimida en quien nada tenía que ver con el espectáculo.
Igual sorpresa me lleve ese mes de diciembre cuando fui a visitarlo al hospital donde convaleciente permanecía, al encontrar la sala de espera llena de jugadores de futbol y dirigente de todas las edades. Era como un cuadro dantesco de víctima y victimarios, en el que la víctima no era solo el agredido, era el deporte regional, evidenciado en quienes valerosamente deciden juzgar un encuentro balompédico y contribuir de paso al desarrollo de esta práctica deportiva. Cosa que algunos irracionales aun no entienden.
Necio en mi costumbre de indagar le pregunte a su padre ¿Por qué le pegaron a Botellita? Y con una voz a mi parecer muy aguda, me respondió “eche a Botellita le pegaron porque no había a quien pegarle, no ves que los demás no se dejan y estos “hijueputas” (señalando al tumulto que se agolpaba en la sala de espera) prefieren joder al más marica” |