Varios hombres de negro derribaron la puerta. No hace falta muchos detalles, se pueden imaginar mi congoja.

"Deben de estar buscando algo..." pensé al ver la cara de asco que pusieron al cruzar el umbral de mi antro.

No olía a chamusquina pero el hedor era tan denso y palpable que muchos con disimulo se lo hubieran llevado en sus bolsillos si se lo permitieran sus superiores, ideales.

- ¡ Es mío ! - sollocé escandalizado - Aquí no hay marcianos ¡ marcharos !

Sin previo aviso me agarron del pescuezo, me estamparon el tabique nasal contra el marco de la puerta ¡ y se lo llevaron sin más!

Mi hijo, señoría, mi pobre hijo... con sus ronchitas negras ornamentando su abdomen, la sarna de sus pezuñas, y con la mierda reseca de hace tres meses todavía en sus pomposos pañales.

Estaba a puntito de asearlo, ¡ se lo juro ! estaba calentando el agua de la bañera tras haber afilado el cuchillo jamonero que guardo bajo el fregadero,cuando esos impresentables invadieron la intimidad de mi hogar.

Yo-yo nunca hubiera llegado a tanto... fue él ¡ él ! mi cachorrito... Un día, al volver de la guardería me contó que una compañera suya era transexual y que él... ¡ que él no era ningún muchachito !

- Papi - me dijo traspasando mi alma con eso ojitos vidriosos mientras arrugaba el morrito y se comía los mocos- yo soy un cerdito.