Cuando los maestros se manifestaron en contra de la reforma educativa, les mandaron tanquetas, balas de goma, granaderos que los quebraron contra las banquetas, contra el pavimento; compañeros arrastrados al coma, matones armados con bastones eléctricos, con lanzagranadas, macanas, escudos y escopetas recortadas.
¿Qué pasará hoy que nos manifestemos en contra de la reforma energética? ¿Cuando ataquemos la norma, la violencia exegética? ¿De quién van a ser las botas, los cascos? ¿Quién limpiara los rastros de las gotas, de los charcos de sangre, de lagrimas? ¿Quién nos dará esperanza y cuidará de los niños y rogará limosna para la fianza y buscará a los desaparecidos y las pruebas? ¿Qué instrumento será el que nos venga a cazar, qué agachado será el que nos diga "Mejor pónganse a trabajar"?
En el zócalo, por televisión nacional, nos enseñaron con puño y palo que siempre seremos el elemento marginal, el maleable, el culpable; nos enseñaron que nuestros dolores son poemas; nuestras exigencias, extremas y su voz, la única verdad, la fuerza, la voluntad popular y la violencia legitima y oficial. |