Final del día
Agotada del día me desplomo a tu lado,
mis ojos se entrecierran.
Temeroso de que salga volando,
como mariposa nocturna, me acaricias con las alas,
suavecito, recorriendo mis contornos.
No quiero ni moverme,
de sur a norte me recorres con tus labios.
Cómplices las tinieblas nos abrazan,
no pueden evitar que nos hayamos encendido como flamas.
Siento tus manos recorrerme en un rapto de apetito,
rodear mis lunas , libar su miel.
Impaciente, vas perdiendo sutilezas con segundos.
Mientras, entretejo húmedos encajes en tu oreja.
Te deslizas esta vez de norte a sur
y tu cuerpo encuentra cuna entre mis piernas.
Me abandono.
Cada vez te acercas más a lo que buscas.
Me lanzas al espacio que empieza a poblarse de diamantes.
Su luz se potencia hasta cegarme.
Estremecida, temblorosa,
soy un volcán sediento que te espera.
Tu abrazo se agiganta,
Ya somos dos que danzan
en el aire tibio de la noche.
No es verdad, ya somos uno.
Ya no hay tiempo ni espacio entre tú y yo.
La oscuridad se ha fundido en nuestra luz
Somos ahora un solo cuerpo
en una danza ancestral que nos atrapa.
Te siento dentro mío
y te retengo,
quiere mi sangre ser una con la tuya.
Y tu sed se derrama con la mía.
Nuestra música frenética se calma,
ya es balada, trova de amor, canción de cuna.
La penumbra va apagando los diamantes,
el fuego de la noche se ha enfriado.
La aurora ya casi nos alcanza.
El tatuaje de mis uñas en tu espalda
desaparecerá por la mañana.
Cúbreme, por favor,
me ha dado frío.
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