La inspiración viene y va. Es como la suerte, y es una suerte. Pero no siempre acompaña.
Piensas para escribir, piensas ideas, argumentos, historias; te plasmas en las páginas, duermes entre ellas por las noches. El libro se abre, se cierra.
Pero la negación, la desesperación, termina acercándote a la plataforma que te espera en algún punto de tu camino, a la solución.
Intentas convencerte, de la mejor manera que sabes hacer algo, nadando como la tinta entre la celulosa del papel.
Quieres creértelo. Tu idea, tu historia, tu argumento; cierras baúles, abres secretos... Te sientes en paz.
Estoy en paz con esos trapos sucios, con esas serpientes que me avasallan por las noches, que carcomen los días y envenenan mi pecho. Acabo de llegar a la plataforma, a la solución, estoy a punto de obligarme a salvar lo bueno que queda de mi mundo. |