Licho insistió una vez más. Salta de la cama, gira en el suelo, hace unas piruetas y sonríe ante las muecas cómicas de su hermana.
Su madre insiste: -¡ponete las zapatillas!
-¡No! se levanta el YO de Lisandro.-"¡Quiero las pantuflas del hombrearaña!"
Roxana, ya tiene lo suyo, y ha aprendido como madre a ceder, conceder y a insistir como corresponde. Ya conoce a su hijo.
-Licho ponete unas medias antes, y vamos.
Salen de la casa, de la mano de su madre y su hermana, corre feliz hasta el auto, no le importa que hay 33º C y pronto jugará en un inflable metido en la pileta, los hombresarañas en cada empeine, lo hacen sentirse más fuerte