Conocer sobre las brujas me ha parecido de siempre un tema apasionante. No sé mucho sobre ellas, pero cada vez que me encuentro con una, sea real o literaria, me fascina. Que en eso de la realidad, las brujas de los libros me parecen más reales, más crueles y temibles que las de carne y hueso. Y es que en ambos bandos hay unas que son excepcionalmente terribles. De las reales recuerdo algunas, pero como ya mencioné, las literarias son las que me dan más miedo. En muchos cuentos infantiles, aparecen practicando su poderosa magia para lastimar con sus maldades a los corazones indefensos e inocentes de los niños. Y no nada más de los niños, muchas veces también de los adultos. No se tientan el corazón para hacer daño y lanzar hechizos mortales a diestra y siniestra con tal de lograr sus bajos propósitos. Ahora, recuerdo una bruja real que a lo largo de casi 80 años ha hechizado a miles de gentes. No menciono su nombre porque ella está vivita y coleando aún y porque durante muchísimos años he sido víctima también de su magia siniestra. Su rostro era bellísimo y su figura una escultura viviente. La amaron muchos hombres y a uno de ellos, bastantes años menor que ella, lo dejó físicamente hecho una ruina. Es decir, materialmente “se lo chupó la bruja”; pero, saben, si yo hubiera sido él también habría querido que me “chupara”, tenerla entre los brazos y hacerle el amor superaba por mucho cualquier riesgo.
De las brujas literarias no puedo dejar de mencionar la de Blanca Nieves ni la de la Bella Durmiente. La del Mago de Oz me aterra al igual que la del Crepúsculo de la Magia de Dunsany. Brujas hay de poderes fieros, atroces, maléficos, como Medusa, las Grayas, Circe y Morgana; pero también he sabido de una bruja que agarró sus bártulos, se trepó a su escoba y escapó de su cuento para no volver jamás. Quizá se quiso tomar unas vacaciones permanentes . Por su parte Roald Dahl, sabe mucho de ellas y nos lo muestra claramente en su libro Las Brujas, donde una abuela y su nieto viven una aventura espeluznante rodeados de brujas malas. La Gran Bruja es lo peor de lo peor, lo más malo de lo más malo y su plan diabólico para acabar con todos los niños de Inglaterra puede fructificar si alguien no la detiene. Es por eso qur Dahl nos ilustra profundamente, diciéndonos:
¿Cómo reconocer a una bruja?...
Porque eso de reconocer brujas no es cualquier cosa, tiene su chiste y dificultad, Dahl es un experto y nos da algunas claves precisas para reconocerlas.
1.- Siempre llevan guantes; los cuales no se los quitan ni para ir al baño.
2.- Son siempre calvas. Y usan pelucas que les provocan una terrible comezón en los cráneos desnudos.
3.- Tienen los agujeros de la nariz ligeramente más grandes que los de las personas normales. El borde de cada agujero es rosado y ondulado, como el borde de ciertas conchas de mar.
4.- En los ojos, al centro de ellos, el puntito negro de los mismos, se ve fuego o hielo bailando.
5.- Las brujas nunca tienen dedos en los pies. Sus pies son cuadrados y sin dedos.
6.- Su saliva es azul.
¿Qué tal, eh?...¿sabe o no sabe?...
Dinamarca e Inglaterra son tierras frías y un tanto misteriosas, donde también abundan las brujas, Éstas, han existido en todas las épocas y lugares. Las han castigado cruelmente y quemado en la hoguera con o sin razón, siendo o no brujas verdaderas, como Juana de Arco. La maledicencia de la gente puede llegar a extremos ridículos e inverosímiles.
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