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Papa Noel
A Papa Noel le perdonamos todo.
La sociedad creó al monstruo, lo cargó de una mística pagana y le descargó una mitológica historia basada en la magia y el ritual.
Con el rito de iniciación ni bien el niño toma contacto con la vida, con sus bulliciosas emociones y hasta la ceremonia del descubrimiento.
Su aspecto para nada alude a una epopeya; en otras circunstancias se hablaría del viejo gordo decrépito. El ridículo de pijama rojo y blanco con gorro para dormir
Mentiroso como pocos, se aprovechó de la ingenuidad de los niños para ilusionarlos con sus poderes.
Este solitario personaje rodeado de renos, logró convencer a padres y abuelos de incluirlos en su farsa, apuntando sin piedad a una niñez confiada en los relatos de sus mayores.
Pero no hay decepción de los niños ante la evidencia del fraude del barbado ser, que a pesar de la desilusión, se insiste con el ritual. Porque su devoción se mantiene solo en base a la ingenuidad.
Todos en algún lugar del corazón guardamos aquel momento en que descubrimos la verdad, sin embargo insistimos en mantener la ilusión en sus devotos crédulos. No lo condenamos por sus mentiras, y casi agradecemos el esfuerzo de nuestros padres por mantener el misterio.
Son pocos sus días de gloria y es olvidado por el resto del año.
Su presencia en las navidades hace opacar hasta el mismísimo niño Dios. El árbol cargado de baratijas, opacan al establo de Belén donde desde un minúsculo pesebre unos padres velan la llegada de su retoño.
Nadie lo vió, su omnipresente estilo indica que la magia desaparece ante una sola mirada, de ahí su rol simbólico en el luminoso y rutilante pino depositario de sus ofrendas.
Un protagonismo exacerbado por mantener una fugaz fantasía en los niños.
Es que a Papa Noel se le tiene que perdonar todo. Las emociones que generan en sus diminutos acólitos tienen magia, compartir el secreto con este personaje nos llena también de ilusión en la vida. Esperar sus regalos es lo mas maravilloso que me ha pasado.
Como todos los años voy a escribirle la carta, no para pedirle regalos sino para agradecerle por los tiempos en que aguardaba su llegada y estos otros en que me siento como él a la vista de los nietos. Creo que todos jugamos y disfrutamos cuando soñábamos con él o creyéndonos ser él cumpliendo los sueños e ilusiones de los chicos.
OTREBLA
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Texto agregado el 15-12-2013, y leído por 189
visitantes. (2 votos)
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Lectores Opinan |
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18-12-2013 |
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Hermoso relato desde el principio al fin. Pienso igual. jaeltete |
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