Creo que la poesía, en mi hábito personal como poeta o creador, en tanto disciplina u oficio y en relación a lo emocional, diría más bien pasional, es una dualidad que sólo se rompe cuando se llega al artefacto concebido, al igual que cualquier otra actividad artística e incluso científica en cuanto a investigador se refiere, cuando se resuelve un problema que le inquieta y reflexiono que también se extiende a un observador muy interesado en el problema y su solución. Es en esos momentos que se vivencia una alegría interna, la que llamo "auto-encantamiento" que hace que la vida de uno tenga realmente un sentido más allá de la cotidianidad.
Evidentemente, muchas veces me he sentido como un masoquista, pero en otras también he vivido lo contrario y justamente cuando la poesía llega como un dictado de la personalidad subjetiva y desde el fondo de nuestro mundo interno, impulso que denomino una "urgencia interna", y en ambos casos en que mi alma como dios creador que es, concibe un poema, mi espíritu se colma de una realidad suprema y que no es nada más que el "éxtasis estético", el cual vivo por unos instantes y que me lleva a ser feliz no solamente por ese instante, sino por el resto de mi vida en la cual lo recuerdo y también me hace olvidar los problemas diarios, que por lo demás, la mayor parte son irrelevantes.
Ahora bien, mi experiencia como lector o como observador de una obra artística también pasa por lo mismo, insistiría aquí que es mi costumbre personal, pero insisto, pienso que cualquier persona que enfrente seriamente el asunto debería pasar por esa misma situación. En cualquier caso, otra mirada distinta a la mía, da para un carrete con mucho más hilo, incluso, ¿por qué no?, para posiciones contrarias, y que en algún momento se puede ampliar.
©Lionel Henriquez B.
Valdivia, Diciembre de 2013
|