Para algo sirven los sueños…

Aquella noche había soñado que mi mujer me había sido infiel, y tuve la desafortunada ocurrencia de comentárselo apenas desperté. A modo de curiosidad, claro,, pero se ofendió y me refutó con que esto no aparece así porque sí, que a veces nuestro subconsciente nos pone sobre el tapete nuestras incertidumbres existenciales más recónditas sin resolver. Y que no se da por casualidad sino por causalidad. Dándole menos vueltas; que yo tenía algo que ocultar en mi sucia y promiscua conciencia. Y por este embrollo inexplicable nos dejamos de hablar por un tiempo indeterminado. Tensa situación que trasuntada a nuestro entorno más cercano fue un verdadera preocupación familiar, aunque nadie de ellos quiso inmiscuirse directamente para mejorarla. Hasta que todo terminó cuando una prima lejana de ella vino a visitarlos con el comentario oportuno de que había soñado que resolvíamos un problema importante sin tener que aclarar nada al respecto.