¡Ah, la Navidad! ¿Se acuerdan? Fecha muy especial para los niños en los días cuando las muchachitas cantaban en sus juegos inocentes:

“Vamos a la vuelta del toro-toro-jil
a ver a Doña Ana, comiendo perejil.
Doña Ana no está aquí, estará en su vergel
abriendo una rosa y cerrando un clavel.

Todas las niñas de un lado, y una enfrente comenzaba:

“Buenos días su señoria, matatero-terolá
Y las otras:
¿Qué quería su señoría, matatero-terolá?
Yo quería una de sus hijas matatero-terolá.
¿Cual de todas quería usted, matatero- terolá?
Yo quería a la mas gordita matatero-terolá.
¿Y que oficio le pondremos matatero-terolá?
Le pondremos mata-piojos, matatero-terolá
Ese oficio no le agrada, matatero-terolá
Le pondremos ‘lambe’platos, matatero terolá
Eses oficio no le agrada matatero- terolá
Le pondremos hij’el rey, matatero- terolá
Ese oficio si le agrada matatero- terolá.
y aquí la tiene usté, a las órdenes de usté.”

…y así hasta llegar al resto. Con los bebés era otra historia tornando la mano abierta ante sus ojos:

“Cinco lobitos, tuvo la loba,
blancos y negros atrás de la alcoba.
Cinco tuvo, cinco crió
y a los cinco: cinco tetitas les dió”

en un momento la alegría de los muchachitos moviendo sus manita/os.
¿Cuanto hace de ésto? Ustedes digan.
Los varones jugábamos al trompo y al capirucho (balero) o nos perseguíamos los cuilios (policías) correteando a los ladrones.
¡Días aquellos!