Acurrucado encuentro el molde dentro de la curva de tu vientre, dentro de la parábola de tus brazos que como sombras me privan del goce de las heridas causadas por el sol, encuentro deleite. Si la noche hablara diría tantas blasfemias que la luna se teñiría de carmesí y los cantares de los querubines se verían apabullados por los gritos sepulcrales de las quimeras perdidas.
Tu mirada es atenta, es precisa e incandescente sobre las fases de mi rostro, pasando de un cuarto menguante a un cuarto creciente mientras la luz tenue de los leños estremece tu respirar violento. Sombras llanas, sangre engranada; licua los movimientos exactos de tus sincopes para deleitarnos con los sonetos de tu gemir tierno, de tu respirar eterno. Mi mundo de tentaciones jugará con los atisbos de tu cuerpo, meciendo las costuras que sostienen los retablos de tu sonrisa.
Velas consumiéndose, magníficas composiciones de éter y sudor suenan en el fondo; tus ojos clavados en los míos como si fuesen manos que tratan de jalar mi alma a través de mis lagrimales para aprisionarla en tu cuerpo. Demasiado tarde es, tu prisión me tiene y mi celador es tu alma que vigila, que impía me suplica. Solo sígueme, ven a mi mundo, cree en mi santuario y acósame de noche. Presencia la tormenta que aquí se exhibe, siente los nudos que mis venas hacen con las tuyas, siente el palpitar de la sangre correr de un cuerpo a otro; siente como el vejo de tantas palabras olvidadas invade tu cuerpo y sacia tu sed de prontitud y escasas mentiras. Te despiertas llorando por las noches y los insectos te recuerdan que el mensajero ha visitado la madrugada, ese viajero que te vigila y te observa; que te aprende, que te encierra y te libera. Aquel que te priva de la vida y te entrega la eterna misma.
En el silencio de tu habitación, en la oscuridad de tus sueños, en la calidez de tu sangre corro y destrozo; ansioso, escorzo tus entrañas y tus avernos que se sacuden con la furia del trueno; aquello que te quema desde dentro, ese soy yo. Soy aquel que te consume, soy aquel que te alimenta, soy aquel que te alienta soy aquel que te muestra los parajes infernales en donde puedes resguardarte del mundo que te hace llorar, soy aquel que te mostrara la oscuridad y luz sin ojos que espoleados estén. Esta es la noche eclipsante, extiende tus alas y vuela conmigo; mi dedo sobre tus labios, cierra los ojos y siente lujuria.
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