A nuestro abuelo, pequeñito; a nuestro abuelo no lo mato la diabetes.
Nuestro abuelo, cuando estabas triste te cargaba en sus brazos y sus cosquillas eran como golpes en las costillas, nuestro abuelo cantaba el sombrero de la fortuna y la perrita cori.
A nuestro no lo mato la diabetes, pequeñito, a nuestro abuelo lo mata el que ya no lo recuerda, el que no sabe nada de el, el que no sepa de sus viajes de maestro, de sus historias de terror, de sus paletas de limón sobre sus tortillas.
A nuestro lo mata, pequeño, el que mata su recuerdo, el que mata lo que nos enseño.
Tu si tienes abuelo, mi niño, vive aquí, en mi corazón, y te enseñare a conocerlo, para que tu abuelo, nuestro abuelo no muera nunca, así lo conocerás tu y yo podre reencontrarlo |