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Cuento de horror (texto completo)

La mujer que amé se ha convertido en fantasma. Yo soy el lugar de sus apariciones.

Juan José Arreola






Frecuentemente los sueños se olvidan a poco de despertar, otros, más intensos se recuerdan bastante tiempo y los hay que no se olvidan jamás.

Ya llevaba varios años de casado, teníamos tres hijos en edad escolar y seguía muy enamorado de mi mujer, con un buen lugar para vivir, auto y buenos ingresos, hasta podría decir que era un hombre feliz.

Pero una noche ella entro en mi sueño, joven como cuando habíamos estado enamorados, yo también había vuelto a ser joven en el sueño.

Sonreía, sus ojos expresivos me miraban con cariño como diciendo cuanto tiempo pasó que bueno volver a verte. Su pelo castaño y lacio caía hasta el cuello enmarcando su cara, me acerqué y la besé dulcemente..

Yo también sonreía pero la alegría de verla estaba empañada por un sentimiento de angustia. Sabía que no era real, que ya no éramos jóvenes y que aquello había pasado hacía mucho tiempo.

Ella dijo, podríamos ir al café a tomar algo y recordé el lugar donde habitualmente nos encontrábamos. Nuestro lugar.

Entusiasmado contesté, claro y también podríamos ir a pasear por Corrientes a mirar librerías y meternos en el Lorraine o el Losuar a mirar alguna pelicula vieja, como solíamos hacer.

Ella me miraba con una sonrisa tierna, con la que se mira a un niño, pero había tristeza en sus ojos. Dijo, no tenemos tiempo, los dos sabemos que solo es un sueño. Debo irme.

Entonces desperté. Prendí el velador, mi esposa dormía. Era hermosa y la placidez del sueño incrementaba su belleza, además la quería. La besé y salí de la cama.

Recorrí las habitaciones de lo chicos, todos dormían. Tome una lata de cerveza de la heladera y salí al patio. Era una noche tibia de verano y me tendí en la reposera mirando el cielo.

Entonces recordé otra madrugada de verano, ella y yo en el balcón del departamento de la calle Paraguay, esperando que amaneciera para salir en mi pequeño auto rumbo a la costa. Con los bolsos preparados irradiábamos felicidad.

Ella me señaló una estrella muy brillante y dijo, te la regalo, cada vez que la mires pensá en mi. La abracé.

Desde la reposera veía muchas estrellas, ubiqué una de gran fulgor y me dije que tal vez fuera ésa…

Terminaba la cerveza cuando se levantó una suave brisa que acarició mi cara. Entonces pensé que ella realmente había venido a visitarme y que acababa de darme su beso de despedida.


Texto agregado el 06-12-2013, y leído por 332 visitantes. (11 votos)


Lectores Opinan
18-11-2015 Me gustó. Solo eso. Gemercy
24-03-2015 conchale, yo me la hubiera cogido!! pajudo!! uste no es ni escritor ni cuentista ni buen marido yo tuviera esa bemba llena de leche!! Mitnick
19-01-2015 Vine por la propaganda que te hicieron en los foros. Me voy con una gran nostalgia en el alma. Un abrazo y estrellas, sin contar a la que ya te pertenece. guidos
12-07-2014 Se habla tanto de ti que pasé a visitarte. Escribís bárbaro. Saludos. girouette-
13-06-2014 un encanto muy especial********** yosoyasi2
19-02-2014 Imagino que soñó con un antiguo amor antes de su actual mujer ¿no? La estrella... me recordó a mi amado Principio. Y si, es un cuento etéreo como aquí dicen, un sueño de esos tan reales que duelen, o quizá no tan sueño... walas
27-01-2014 No sabes de qué manera llega esto al alma.***** Solo_Agua
20-01-2014 Qué hermoso sueño!! glori
09-01-2014 muy bonito, deja una sensación liviana y tibia. Saludos! festus
05-01-2014 Bello, suave como la brisa de un amanecer tirado en la arena. ZEPOL
07-12-2013 Me gustó el ambiente etereo y la naturalidad del relato, pero también el remate abierto . york
 
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