Me quedé de una pieza. Hacia unos días, había visitado esa casa, en la pared lateral, había un grafiti.
La originalidad de los dibujos atrajo mi atención así que apunté en mi agenda la dirección y me prometí volver cada vez que pudiese.
Quería ver cada uno de esos dibujos en detalle. Analizar sus formas, sus colores, sus dimensiones extraordinarias.
Algunos eran minúsculos, habían sido dibujados con patitas de hormiga ,otros, espectaculares, con plumas de las alas de un Angel guardián, que a pesar del dolor no podía negarse a proporcionarlas. Ya no estaban, habían desaparecido casi todos excepto por unos poquitos que mostraban la calidad y el estilo inconfundible de su autor.
Nadie supo decirme de dónde venían los pigmentos, algunos arriesgaron que eran polvos del arcoíris y por eso después de las lluvias proliferaban los maravillosos grafiti. Otros que eran pintados con melodías estelares. La música podía escucharse casi una cuadra antes de llegar al muro de las maravillas
Por fin, alguien se apiadó de mí. Casi en secreto para que nadie escuchara la confidencia, me dijo que los dibujos faltantes existen, pero solamente podrán ser vistos si él lo permite. No me quiso dar su teléfono, escribirle no serviría, ya lo intentaron 14 personas antes.
Tenía que tomar medidas extremas, en el muro azul frente al suyo hice la pregunta clave:
Zepol: ¨P0dr14 d3c1rm3 a 9u3 hor4 ci3rr4 3l CIELO?
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