Inicio / Cuenteros Locales / joeblisouto / puedo decir que estoy errado...
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después del litigio, en la sala del obispo mayor, tuve el presentimiento de que todo estaba consumado... la guillotina era el funesto destino de mi defendido... si no fuera mi mejor amigo, quizá no sentiría pesar, pero, era mi mejor y único amigo... le vi salir del centro sanitario, recién bañado, pálido y con el alma por la alcantarilla... quise decirle que le había fallado, pero, el silencio dice mas cosas que miles de palabras... el cielo estaba frío y las luciérnagas espiaban nuestra realidad... la noche, la noche, que hermosa y fatal es la noche... regresé a mi oficina y ya a punto de entrar, se me vino una idea, una idea extraña, loca, pero especial, pues, apagó toda la angustia que se adoquinaba en mis adentros... alcé la mano hacia el cielo y vi cómo una estrella bajaba hasta casi tocar mis dedos... sentí el poder de hacer lo que quisiera, de hablar como los dioses y más... fui directo hacia el gran inquisidor y pedí audiencia... “muy tarde”, me dijo uno de los guardias... le miré directo a la pupila de sus ojos y sentí como el poder de la estrella lanzaba su brillo mágico... el guardia bajó la mirada y abrió el pesado portón... entré y subí las pesadas escaleras hasta llegar a la sala central donde miles de jesuitas oraban sin cesar no sé qué cosas en aquel extraño y apolillado latín... pasé en medio de ellos y sentí la mirada de todos ellos... de pronto, sentí que debía hablar y hablé sin parar, mas bien canté y en mi canto sentía el poder de todos los dioses... y cuando terminé mi canto vi frente a mis ojos al gran inquisidor con la cabeza de mi mejor amigo en sus manos... “¿es esto lo que amas?”, preguntó el nonagenario en medio de las luces que serpenteaban por todo el claustro como si fueran lenguas de seres ocultos y silenciosos... mis ojos se clavaron en los ojos del grave anciano y de mis ojos brotaron lágrimas de amor, y sentí todo el poder del universo en mi alma... pude decir ¿“ven cabeza y únete a tu cuerpo”, y ver que el cuerpo se unía al cuerpo, pero no, algo dentro de mí no quiso eso... y lo único que dije fue: “te amo”... el silencio siempre habla por todos los gritos pasados y futuros de la humanidad y los cielos y la tierra son sus testigos de las locuras y desaciertos de todos los hombres... y en ello estaba cuando supe que todo empezaba para mi alma... vi como miles de cabezas salían de sus cuerpos y se iban por las nubes del cielo... vi que todos los santos clamaban ante el creador.... vi al gran inquisidor cogiendo mi cabeza en sus manos para luego besarme los labios... y allí supe que la felicidad y el amor, no son de este mundo... |
Texto agregado el 05-12-2013, y leído por 174 visitantes. (0 votos)
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