Encuentro
Eran alrededor de las 3:00 P. m. de un sábado cuando nuestro auto llegaba a la entrada del pueblo que sería mi nuevo hogar. Mi nombre es Carolina, tengo diez años y hasta ese momento no imagine lo que me esperaba al pasar por el arco de acero, con el típico letrero de “bienvenidos” que indicaba la frontera entre este pequeño pueblo y el resto del mundo.
Mire por la ventana el nuevo paisaje que nos esperaba y deje salir un pequeño suspiro
-Aun sigues viva – sonó una voz, al dirigirme de donde provenía pude ver a Karen mi hermana de 16 años, una chica de bonita cara y lindas proporciones, o al menos eso escuche de los chicos que la siguen con la mirada cuando caminaba por la calle. Siempre que la veía pasaba la imagen de mi yo futura, sin embargo la mayoría de estas ilusiones más que animarme, me deprimían. Aunque éramos muy parecidas a excepción que su cabello era negro y el mío castaño, sus ojos verdes y los míos avellanados, lo que marcaba el gran abismo que había entre las dos era el carisma y el talento.
Karen no podía ser considerada como una hija modelo y las constantes peleas con mamá y papá eran una muestra de ello, pero eso era compensado con la gran cantidad de pretendientes y amigos que la llenaban con sorpresas y detalles desde que tengo memoria, mismos que demostraron una gran tristeza por su partida. Mientras que yo apenas y recuerdo que alguien de mis compañeros de clase me dirigiera la palabra.
-No te me quedes viendo- dijo
-No molestes- conteste
-Enana mal educada, no contestes así-
-Podrían calmarse las dos- se escuchó la voz molesta de papá –estoy tratando de recordar el camino a casa de su tía-
-Como si te pudieras perder en este pueblucho- dijo Karen con ironía y no era de extrañarse su enojo pues una adolecente citadina viera su vida acostumbrada a la modernidad y comodidad que ofrece la capital, cambiada por la triste y rudimentaria vida que ofrecía un pueblo según ella de quinta.
-Pronto te acostumbraras y veras que no están malo como parece- se oyó decir a mamá para tratar de calmar la situación y no explotara en otra discusión entre papá y Karen. Después de eso Karen pronuncio algo que no logre entender y sinceramente no me intereso, así que retome la actividad que hice desde que empezó el viaje, apoyar mi cabeza al asiento y mirar a través del cristal.
Luego de dar unas cuantas vueltas llegamos a nuestro destino una casa de dos pisos de color melón, tenía un pequeño jardín enfrente que fue el detalle que más me gusta de mi nuevo hogar ya que en la ciudad es muy difícil que una casa tenga un jardín.
En la entrada se encontraba la tía de mi papá, una señora muy viejita que salió a nuestro encuentro y después de unos abrazos y pellizcos en mis mejillas nos mostró el interior de la casa. El lugar era amplio, sobre todo la sala. Los cuartos de arriba serían las habitaciones para mi hermana y para mí, mientras que papá y mamá se quedarían en una habitación en el piso de abajo. Hasta el momento todo iba bien; excepto porque Karen arbitrariamente me dejo el peor cuarto.
Después de desempacar algunas de nuestras cosas, tomamos una pequeña merienda y nos dispusimos a descansar, pues a pesar de ser solo las 8:00 de la tarde, la pesadez del viaje y las frustraciones que este presento, reclamaron a nuestro cuerpo un merecido descanso.
No sé por cuánto tiempo dormí pero en el transcurso de mi sueño lograba oír a lo lejos ruidos parecidos a dos metales chocando, pero en lugar de ser molestos, eran hasta cierto punto agradables, como si estuvieran llevando el ritmo de una melodía.
Así que ese pequeño tintineo que parecía acercarse y alejarse, después de un rato logro despertarme. La habitación estaba casi oscura. La única luz que se apreciaba en ella provenía de la luna llena que este día especialmente parecía más grande de lo normal.
-Baño- fue lo primero que sonó de mi boca
Me pare muy despacio de mi cama y con mucho trabajo logre colocarme mis pantuflas, camine hacia el baño, el cual por cierto estaba enfrente de mi cuarto; lo cual fue una de las ventajas que me consolaron por tener esta habitación y una manera de cómo vengarme de Karen, pues al compartir el mismo baño podría encerrarme durante largos ratos para retrasarla cuando fuera a la escuela o a una cita.
Después de bajar la palanca del retrete camine a mi cuarto muy despacio y al pasar por la pequeña ventana que está en el pasillo, me percate del ruido que oí entre sueños. Había estado oyendo su venir e ir; pero no paso por mi mente el preguntarme de dónde provenía, así que ya estando junto a la ventana eche una pequeña mirada a la obscura calle
-Nada- exclame
Justo cuando me había puesto en marcha de nuevo, una sombra me detuvo. Me di la vuelta y en ese momento en lugar de invadirme el miedo, pasó por mi cabeza todas las veces que Karen me dijo lo loca, trastornada y rarita que era.
Una chica estaba volando, me talle los ojos para comprobar que mi vista no me fallaba, pero lo que veía era muy real. Tenía el pelo largo color negro recogido por dos coletas, para ser una noche fría llevaba poca ropa; una playera corta y algo parecido a un chaleco de cuero, un short y botas. Pero lo más extraño era que en su mano sostenía lo que parecía ser una espada.
Me quede un rato observándola y en el momento que dirigió su mirada hacia donde me encontraba, me invadió un poco de temor, pues puso una expresión parecida a la de un asesino al ver a su víctima acorralada.
Pase del susto a la sorpresa al ver a otra chica acercarse a toda velocidad intentando golpearla con una especia de lanza mezclada con un hacha, por lo menos esa mirada aterradora no era para mí. No puedo describir los movimientos que realizaron, pero algo era seguro, la pelea que estaba ante mis ojos era increíble.
No sé cuánto me quede observando pero la caída de la chica de coletas a la casa vecina me despertó. En ese momento recordé algo importante. Todo ese ruido y nadie a parte de mi estaba viendo esta pelea sacada de una película de acción
-mama, papa, dos chicas raras medio desnudas están peleando allá fuera- grite lo raro de esto no fue mi ridículo grito sino que no hubo quien lo atendiera, ni siquiera la tonta de Karen que dormía a unos pasos de donde estaba.
Baje corriendo al cuarto de mis padres. Nada, no había rastro de ellos; comencé a gritarles pero no hubo respuesta, subí al cuarto de Karen y ella también había desaparecido, debo ser sincera su desaparición en otras circunstancias me habría alegrado pero en esta situación nada me hubiera gustado más que verla acostada en su cama durmiendo con tapones en los oídos, y que por ello no había escuchado nada de lo que ocurría a fuera.
Kabun – patética palabra pero es la única que se me ocurre para describir el estruendo que oí proveniente de la sala. Baje corriendo y en el suelo se encontraba la chica de coletas tirada inconsciente cerca de las escaleras, con una herida en la cabeza, la sangre le salía en gran cantidad. Nunca fui buena soportando la sangre, mi temor hacia ella era tal que incluso una ocasión me desmaye al ver la que brotaba de una pequeña herida que me hice al aprender a andar en bicicleta; pero esta vez era diferente me sentía atraída por la chica que estaba frente a mí, el asco por la sangre que tendría en una situación como esta no apareció y en su lugar me quedo una increíble sensación de curiosidad, quería saber el por qué estaba vestida así, que la llevo a pelear de esa manera, cuestiones raras más que preguntar el por qué de esta situación o si me encontraba en un sueño. Me quede observándola por un rato, debo admitir que era muy bonita podría decir que igual o más que Karen, aunque creo que sus rasgos resaltarían más si no tuviera una fuente por la que brotaba la sangre que formo el charco que estaba junto a la alfombra.
-si mama ve esto estaré castigada por todo un año- pensé al ver la escena y por un impulso increíble comencé acercarme a ella. Apenas había bajado dos escalones cuando logre ver el gran hoyo en la pared. No puedo ni imaginar la fuerza con la que fue lanzada, pero la pared era evidencia de que fue increíble y el hecho de que seguía respirando era un milagro.
Estaba a punto de bajar un tercer escalón cuando un gemido proveniente de ella me detuvo.
-huh- se oyó una voz desde el agujero, era la chica que portaba la lanza
-bien maldita, al fin te tengo donde quería- dijo después, al parecer no había notado mi presencia y comenzó a acercarse lentamente con una sonrisa de victoria, que peculiarmente vería muchas veces en el futuro.
-¿Quién demonios eres tú?- al fin me noto
- ¿Eres de su equipo o eres una intruso en este campo? -
Equipo, campo no entendía lo que estaba diciendo, pero mi silencio pareció molestarla
-¡Contesta maldición!- grito
-¡Eh!- fue lo único que salió de mi boca
-¡Demonios no importa quién eres ya estas muerta!- mientras mencionaba esto se lanzó sobre mí; con mucha suerte logre esquivar el golpe de su lanza; y corrí directo a mi cuarto con desesperación; cuando llegue a este rápido cerré la puerta y comencé a buscar con que atrancarla, estaba por arrimar mi escritorio cuando la puerta fue perforada por la lanza seguida de los golpes furiosos de esa psicópata. Ante esta situación mi mente se quedó en blanco, una parte de mi decía escóndete; pero mi cuerpo no reaccionaba.
La puerta se derrumbó ante mí y la figura siniestra de mi perseguidora se hizo presente
-Bien estúpida ya no hay escapatoria –
Este era el fin, mi cabeza se nublo con solo ver como alzaba su lanza, para darme el golpe de gracia, el miedo me paralizo no podía moverme o gritar, solo pude cerrar mis ojos y lamente mi corta vida; el hecho de no conocer un chico guapo, el hecho de no haberme casado con él. El sonido metálico avisaba la aproximación de la parte que formaba el hacha; era hora de decir adiós a mamá, a papá a Karen no tanto pues lo bueno de esto es que no vería su estúpida cara de nuevo.
-Nunca des la espalda estúpida- grito alguien atrás de mi asesina.
Al abrir los ojos solo pude ver un relámpago verde y como la chica psicópata paso volando a un lado de mí y formar una ventana en mi pared. La chica de coletas que creía inconsciente en la sala avanzo lentamente hasta llegar al hueco de mi pared. Ignorando el peligro yo también me acerque y vi como mi perseguidora se encontraba sostenida de una mano al borde de la pared destruida.
-Esto es todo – dijo la chica de coletas, alzo su espada y atravesó con ella la garganta a de mi agresora través de su boca. La escena fue horrible pero lo impactante de ella era que la sangre no broto.
-Maldita- fue lo último que logro decir la chica con la espada en la boca, antes de ir desapareciendo en forma de lucecitas de color verde.
No sabía cómo reaccionar, si huir o dar las gracias.
-Gracias por salvarme- dije sin darme cuenta. En ese momento la chica enfrente de mí con un movimiento rápido puso el filo de su espada junto a mi cuello.
-Mira que tenemos aquí- dijo sonriendo –Una novata que no entiende la situación en la que se encuentra, bueno tener dos cabezas en un día es mucha suerte-
Creo que había metido la pata me escape de una psicópata y me quede con otra.
-No sé cómo entraste, al campo pero bueno ¡nos vemos!-
-Basta- se oyó una tercera voz atrás de mí. Mis nervios no me permitieron darme cuenta que unas manos estaban sobre mis hombros.
-cállate estúpido perro, no interrumpas- dijo la chica molesta
-Al contrario vengo a evitar otra de tus estupideces- dijo la voz tranquilamente –Esta pequeña no tiene nada que ver-
-¡Huh!- la chica hizo un sonido de desagrado, bajo su espada y salió volando molesta por el hueco de mi pared.
-Bueno, nos veremos pronto lindura- dijo la voz a mi oído, tan pronto termino la frase comencé a perder el sentido.
Cuando desperté estaba en mi cama, por un momento me sentí confundida; pero al no encontrar el hoyo de mi pared reaccione, baje de mi cama y corrí descalza hacia abajo.
-Niña no bajes corriendo- se oyó la voz de mi mamá, al girar a mi izquierda la pude ver sosteniendo una bandeja con pan, mire hacia la mesa del comedor allí estaba mi papá sorbiendo café de su taza
- E este no oyeron lo que paso ayer- dije titubeando
-Tan temprano y ya estas teniendo alucinaciones mocosa- dijo Karen que estaba al lado de papá
-No empiecen a pelear tan temprano, y tu jovencita ve a ponerte tus pantuflas y baja a desayunar que tenemos muchas cosas que hacer- dicho esto subí a mi cuarto
Durante el día tuve la sensación de contarlo lo que había pasado pero dado como estaba todo en su lugar y por no querer oír las burlas de mi hermana; supuse que había sido un sueño aunque me pareció todo muy verdadero.
Ya en la noche solo rece para no volver a tener una experiencia como esa otra vez sobre todo porque mañana me levantaría para ir a mi nueva escuela. Sin embargo lo que dijo aquella voz me inquieto demasiado.
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