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OROSIA
Orosia García tenía a la sazón 52 años (a esta edad para hablar con propiedad más, que en sazón, se encontraban en salazón sus atributos femeninos) la pobre mujer había nacido en un lugar despoblado de las profundidades de una Galicia paupérrima en plena depresión, todos los varones posibles candidatos a robarle el corazón habían emigrado y los pocos que se habían quedado, no eran lo suficientemente osados para intentarlo el padre de la susodicha era un autoritario señor que escopeta en mano guardaba la honra de la” niña”, que nunca había estado en peligro de extinción, pero ya sabéis como las gastan en los pueblos.
La virginal Orosia pasaba las horas de su aburrida existencia fantaseando con una boda (la suya propiamente dicha) en la que se veía vestida de blanco rodeada de flores junto a un señor al que nunca conseguía verle la cara, el tiempo que le sobraba lo dedicaba a componer odas a ese amor sin rostro por el que suspiraba.
Los días transcurrían tediosamente y su reloj vital rozaba peligrosamente el punto 53 (no el G, para su desgracia) fue entonces cuando Orosía comenzó a experimentar sensaciones desconocidas(para mi gusto era un poco lenta, o retrasada, sin animo de ofender) una desazón un desasosiego que no la dejaban vivir, como mujer educada en la fe cristiana de aquella época, decidió que lo mejor era comentar sus preocupaciones con su director espiritual, el padre D. Froilan un cura bonachón de avanzada edad (83 años), que la dirigía desde el mismo día de su primera comunión.
Después de una larga conversación en la que ella se explayo a gusto (no puedo desvelaros el contenido, me asiste el secreto de confesión) el buen cura la despidió con estas palabras, “ya sabes hija mía ofrece tu virginidad al señor”.
Aquella noche preparo una opípara cena regada con buen y abundante vino, su padre que no estaba acostumbrado a semejantes festines entre semana, se puso las botas y ciego de alcohol cayó como un fardo sobre el sofá de la sala, ella comprobó que estaba suficientemente dopado y salió sigilosamente de la casa adentrándose en las profundidades de la noche.
Al la mañana siguiente se levantó como una rosa, cantaba sonriente mientras realizaba las tareas de la casa, por la tarde se fue a visitar a D. Froilán que la recibió sonrisa en mano, -cuéntame hija mía porque estas tan contenta? –ay padre! Hice lo que Ud. me dijo ofrecí mi virginidad al sr………, el cura la interrumpió bonachonamente ¡!muy bien, muy bien!! Y ella prosiguió al Sr. Serafín Fernández.
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Texto agregado el 04-12-2013, y leído por 364
visitantes. (13 votos)
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Lectores Opinan |
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07-12-2013 |
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jaja que decidida Orosia ... ojala en adelante solo sea al Sr. Serafín Fernández.... buen texto.. saludos. krisna22z |
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06-12-2013 |
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La inmaculada Orosia, que tenía en salazón el punto G, aunque ella era lenta "de en por sí" al menos era buena cocinera. El menú del Sr. Serafín Fernández prueba fehacientemente esta cualidad. +++++ crazymouse |
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06-12-2013 |
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ja ja! más vale tarde que nunca. El relato desborda gracia! galadrielle |
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05-12-2013 |
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Una creyente fiel: solo cumplió sus votos. Buen relato Eliza. Es un gusto leerte felipeargenti |
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05-12-2013 |
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Te cuento, Orosia y Serafín se casaron cuando murió el señor García. Lo se porque yo fui el padrino. La entrega de la virginidad fue muy fecunda. Querían tener catorce hijos, pero los tiempos estaban muy duros y acabaron teniendo sólo nueve, Agostiño, Basilisa, Euxenio, Macaria, Nemesio, Olegario, Primitiva, Sadurniño y Xillao. Candelaria, Elixio y Onofre, aunque vivían con la familia, no cuentan porque esos ya los traía Serafín de anteriores nupcias. Excelente tu crónica. ZEPOL |
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