ARREBATOS.
La luz del sol estalla.
Rejuvenece
el amarillo de la fronda,
la vida se alegra,
el viento se acelera,
mientras,
el agua se escabulle del cielo, crece,
rueda por la colina, persevera.
El día lluvioso incentiva el deseo
oculto de amar,
observo titiritar a la mujer que amo
parada en el dintel de la puerta.
Provocativa, con una sonrisa galana
como la huerta,
agitas sus pechos, frescos, núbiles,
sin cesar.
La pasión se desborda,
se desliza por su cadera blanca.
Sin tocarla, huelo su piel ardiente
con mi pensamiento,
veo palpitar su carne lascivia,
se nubla el entendimiento,
al dejarse hacer,
¡feliz! La beso,
dejando rodar por su cuerpo
mis manos francas.
Al besarla, cierras sus ojos,
mientras afuera bufa la lluvia,
su sonido sórdido la haces vibrar
de felicidad entre mis brazos,
aferradas de mi cuerpo,
fundida en un beso de lujuria
cabalgas desnuda,
echando andar sus fantasías
y arrebatos.
JOSE NICANOR DE LA ROSA.
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