“Javicho” vomitaba y vomitaba baba blanca espumosa y no había cuándo parar, estaba completamente solo sin que alguien pudiera salvarlo, en aquél socavón oscuro y tenebroso, es que su lámpara de carbón ya no ardía. Él sabía que su hora había llegado y solamente le quedo rezar por la salvación de su alma, cosa que no pudo siquiera terminar de hacerlo, porque le atacaron fuertes temblores en todo el cuerpo y un sacudón precipitoso hizo que su asustado corazón dejara de latir.
¿Dónde estarán “Gumer”, “Leo” y José? si hace un rato nomás caminaban juntos por la “13 A”
Es que “Javicho” se retiró de la galería 13- A y fue siguiendo una sombra pequeña, él sabía que si lo atrapaba lo haría millonario.
Cuando trabajas en la mina de minerales preciosos y muy valiosos y tienes mucha suerte “sólo si tienes mucha suerte” y se te presenta la gran oportunidad de ver al Muki, puedes capturarlo sólo con tu primera mirada y tu vida cambiará, porque a cambio de su libertad él te dará sus tesoros.
El Muki, es un pequeño hombrecito vestido de minero: mameluco, botas fuertes, casco con lámpara a carbón (para poder alumbrarse en la oscuridad) y una picota como herramienta de trabajo. Es muy ansiado y temido por los mineros, porque si él te ve primero tomará tu vida y esclavizará tu alma eternamente en las profundidades del socavón, pero; si tienes la suerte de verlo primero él será tu esclavo y a cambio de su libertad te dará los tesoros de su mina.
Esa noche “Javicho” vio una sombra y fue detrás de ella sin avisar a sus compañeros de trabajo, no quiso que nada perturbará su atención para “la gran captura” ya después “compartiría sus tesoros con sus amigos” y fue sigilosamente para capturarlo él primero. Era tanta la emoción que en milésimos de segundos ya estaba pensando comprarse una casa, un auto, vestirla lujosamente a su querida “Maricucha” y tener una fiesta de matrimonio de lo más pomposo de la historia, que iba a durar más que las fiestas patronales de la Cruz de Mayo.
Caminaba despacio muy despacio, apagó su lámpara de carbón para que no lo viera el Muki… de pronto, sintió un frío, fuerte, muy fuerte, fuertísimo y una oleada de aire pestilente, de aire a huevo podrido, de viento con azufre.
¡Una pequeñísima lucecita le alumbro la cara, al mismo tiempo una carcajada: “te atrapé, te atrapé sonso, opa sonso” ja,ja,ja…!
FIN
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