RELATO CORTO: LOS COLGAJOS
Erase una vez una mujer brillante y atrevida.
Lincenciada en la Universidad según decía,
pero ya madurita, pero de muy buen ver.
Su vida siempre fue poco sustancial, tenia novios
aquí, y halla, muchos y ninguno estable.
¡¡para que!!... ella no sabia estar con alguien mucho tiempo, todos se marchaban.
Se quedó embarazada una vez, crió a su hija.
Ésta a su vez se quedó embarazada, tiempo después, igual que ella se repitió la historia.
Así era su vida, nada estable, nada seguro,
¡¡para qué!!.... un día alguien hablaba de los
colgajos, criticaba a esas señoras que son maduras.
Y se portan como jovencitas enseñando colgajos.
El tipo en cuestión hablaba de los colgajos.
Odiaba a los colgajos, no le gustaban los colgajos.
Pero solo hablaba de ellos no daba nombres.
Todo esto ocurrió en la cafetería de algún bar,
de algún lugar en alguna ciudad de cualquier
parte del mundo.
Ella estaba allí la mujer madura, de buen ver,
esa que nunca tenia nada estable.
Ella escuchaba aquel tipo maduro ( más joven que ella). Y le pareció atractivo, interesante, con personalidad.
Pero sin saber porque no le gustaba lo que decía de los colgajos, y se enfado mucho y entro en la conversaciòn.
Empezó a gritar que ella, se vestía como le daba
la gana, y que estaba muy bien, que tenia una
pantaloneta rosa, donde se señalaba todo, y que
le encantaba, que todos miraran "ahí"...
Donde todo se marcaba, que ella podía lucir
sus carnes como mejor quisiera, y que nadie
tenia que señalarla con el dedo.
El hombre de los colgajos entro en debate con ella.
Diciendo que no había dicho su nombre.
Y ella se presentó como lincenciada de señoras maduras, y con todo el derecho a opinar de los colgajos, aunque no hubiera dicho su nombre.
El hombre la dijo que solo era su opinión, a él
no le gustaban los colgajos, para él era ridículo
una señora ya entrada en años y enseñando colgajos.
Cerca de allí una bella mujer, escuchaba la conversaciòn, ella conocía aquella pantaloneta rosa
ceñida e incrustada en la entrepierna de aquella señora, tan marcada en su sexo, que pareciera
que no exitiera piel solo aquel trozo de tela vaquera. La había visto con un tipo 20 años
menor que ella que la maltrataba, y ridiculizaba
poniéndole precio a su sonrisa vertical.
Aquella bella señora no pudo contenerse, y
le dijo lo que pensaba de ella, y la espetó a que
explicara porque le molestaba tanto, la conversaciòn, de unos colgajos, y tampoco el maltrato, de aquel joven vendiéndola al mejor postor.
Ella se quedó callada, y enmudeció, no supo
que contestar, nunca más volvió a pasar por aquella
cafetería, unas semanas más tarde la bella mujer
de la discusión paseando por la gran ciudad, se
fijo en una esquina donde unas fulanas, mascaban
chicle, y se reían a voces, y vio aquella pantaloneta
rosa, se fijo en ella era la misma pantaloneta.
Sin poder evitarlo se acercó a la fulana y pregunto
por la dueña de la pantaloneta.
Está le contesto, que era de su madre, que se
la regaló porque ya no podía esconder los colgajos.
Hija de la fulana------¡¡Cosas de vieja!!.. contesto. Nunca le importaron sus colgajos
siempre hacia la calle con ellos, se diría que se sentía orgullosa de ellos.
Señora-----¿ Donde está tú madre?
Bueno lo último que se de ella es que está en
busca y captura, le rebanó el cuello a su joven
chulo, estaba harta de que le amenazara con su sonrisa vertical, quiso ser libre, y lo mató.
Esta es una historia como otra cualquiera donde
la dignidad de la mujer, no está en unos colgajos.
Sino en la imagen que se da de ella, los colgajos
son el símbolo de una vida vivida, pero una sonrisa
vertical puesta en venta, y vendida al mejor postor.
Es algo que la dignidad de una mujer no puede soportar.
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