Déjame beber de tu pecho
el sonido claro y ronco
de la libertad,
habitar en la clandestinidad
sus huesos,
saborear de su carne inorgánica
el oleaje exquisito
de muchacha en flor.
Pasa por mis manos
la estación de las risas
de los pájaros,
de los frutales reventados de amor
y el aturdimiento rumoroso
de campanarios rebosantes
de alegría.
JOSE NICANOR DE LA ROSA.
Texto agregado el 01-12-2013, y leído por 351
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