En escena hay un hombre esperando. Lleva un traje que bien pudiera llevar para interpretar a Romeo. Entra un monje con habito del siglo XV a interpelar al que espera.
Monje- Buenas noches. ¿Es usted Blasco Jimeno?
- Efectivamente, ¿cómo lo ha sabido?, si voy así, como... discreto, de incógnito, como... para que no me reconozcan las fans, ya sabe.
- Porque lo pone aquí, en este documento oficial que tengo a bien portar aquí, en mi mano derecha, que es mi favorita. La izquierda también me gusta ¿eh? No se vaya usted a creer pero... donde esté la derecha...
- Ya, si ya te veo. Bueno a ver, que es lo que pone ahí.
- Pues dice que es usted Blasco Jimeno, que hace usted teatrillos...
- Pondrá que soy un afamado actor.
- No, que hace usted teatrillos. Pone también que me lo tengo que llevar, si no le parece mal.
- Hombre... y,¿dónde me tiene que llevar?
- A unas frías y lóbregas mazmorras que hay aquí al lado.
- Si están aquí al lado... Pero yo creo que mejor no voy, si no le causo a usted ningún estropicio... con la buena noche que hace... No voy.
- No, si a mi no, lo que pasa es que está usted acusado.
- ¿Acusado? ¡Oh no!, triste de mi, un pobre hombre que hace teatrillos por ahí, que se gana el pan honradamente, acusado me han, oh no... ¿De que se me acusa?
- Aquí dice que esta usted acusado de besar apasionadamente a una bella mujer en público, concretamente a una señorita que interpretaba el papel de Julieta, que estaba muy rica, y que tenia así como unas tetas... y un culo que pa que te cuento, que la cogía yo y.... Bueno, de besarla en público.
- ¡A coño!. Si es eso no hay problema ninguno. Si no era una mujer. ¿O acaso no sabe usted que en estos teatros que se hacen aquí, en la Inglaterra de shakespeare, no dejan actuar al bello sexo?
- Ahhh sí. Bueno, entonces hay que corregir esto. A ver (leyendo) “Don Blasco Jimeno” -aquí presente- “que hace teatrillos por ahí” -Aquí vamos a poner con mucha prestancia- “está acusado de besar lascivamente.
- Que fue un beso...
- Chist, que estoy leyendo, haga el favor.
- Si, si, por Dios, no era mi intención interrumpirle.
- Prosigo. “de besar lascivamente a -donde pone una mujer pongo un hombre- delante de un publico numeroso...
- ¿podría usted poner numerosísimo?. Si no es molestia.
- Que va a ser machote, lo que usted mande, “ante un publico numerosísimo pervirtiendo así a los allí reunidos y bla, bla, bla”
- ¿Ya está?
- Pues sí, creo que ya está, pero ahora lo tiene usted peor.
- ¿Peor?, si me iban a llevar a una celda fría y lóbrega ¿como puede estar peor?.
- Es que ahora le vamos a llevar a una mazmorra fría, lóbrega y además tiene chinches.
- ¿Y eso?
- Por besar en público a un hombre.
- Pero si era un beso de mentirijillas, de esos que se dan con la mano delante, de esos que son de mentira, de esos que no gustan, vamos.
- ¡Acabáramos! O sea, que además de besar a un hombre estaba usted engañando al publico numerosísimo allí reunido. Pues ahora lo tiene usted peor todavía.
- ¿peor? ¿Por qué?
- Ay inocente (es un decir, por supuesto, que es usted más culpable que Judas. ¡malo!, ¡mal bicho!), ¿acaso no sabe usted que el octavo mandamiento dice, clarísimamente y sin lugar a dudas que es pecado mentir? ¿Te voy a tener que apuntar aquí que no te sabes los mandamientos?
- No, no, si me los sé bien pero es que...
- Ni “pero es que” ni leches. (tirandole de la oreja como un maestro-escuela) A ver los mandamientos.
- (como un niño, de carrerilla)Amarás a Dios sobre todas las cosas, no tomarás el nombre de Dios en vano, santificarás las fiestas, honrarás a tu madre,
- ¿cómo? (le tira más fuerte)
- Es que mi padre es ateo.
- Ah, bueno.
- No matarás, no cometerás actos impuros, no robarás, no.....
- No qué.
- ¿No dirás mentiras?
- (soltándole la oreja) No te lo sabes ¿eh?
- Es que los últimos...
- Ya, si a mi me pasa lo mismo. Mira, llevo aquí apuntados siempre los cinco últimos, por que nunca me acuerdo.
- ¿cómo si fuera una chuleta?
- Si, nunca me acuerdo, y por si acaso es menester... A mi es que me pasa con todas las tablas, las de la ley, las de multiplicar....
- ¿no te sabes las tablas de multiplicar?
- Si, si. Las cinco primeras si, pero las otras...
- Ni “pero las otras” ni leches. (Tirandole de la oreja como antes hiciera el monje). A ver la del ocho.
- Es que esa es la más difícil.
- Hay que sabérselas todas ¿no?. ¿O quieres ser el más bruto del colegio?
- Ocho por una es ocho, ocho por dos dieciséis, ocho por tres... (suma con los dedos) ¡veinticuatro!, ocho por cuatro....
- Nada, que no te la sabes ¿he?. Pues ahora mismo te me vas a aquel rincón y la copias mil veces.
- ¿mil?
- Dos mil.
- Vale, vale, pero yo venía a...
- Tres mil.
- Vale, ya voy.
Sale del escenario, el actor hace una torpe reverencia al público y se va.
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