ni lo uno ni lo otro
No podían ser amigos. Él cuando la ve en las redes sociales, en fotografías sonriendo disfrutando en un paisaje o simplemente ella gesticulando una expresión, le produce una sincera alegría. Pero a la vez, al no estar ahí, le brota una sensación extraña, culpable y egoísta. Porque después de ser pareja y verla feliz tantas veces, como artífice o un cercano espectador, le duele ya no ser parte de su vida.
Si con ella tuviera una amistad franca le confesaría sin reparos su sentir. Porque si algo se complica se deshace y siguen siendo amigos. Y si aún fueran pareja, bastaría besarla para comunicarle el sentimiento. Pero ellos eran ni lo uno ni lo otro. Por eso cuando hablaron, él le contó sólo la mitad de la verdad y le dijo; me alegré mucho al verte contenta el otro día.
Ser con ella “ni lo uno ni lo otro” no era del todo malo, tampoco era excelente, nuevamente era ni lo uno ni lo otro ¿Y explicarlo? Es difícil. El significado varía con el ánimo. A veces sentía recuperar la cercanía, a veces esa misma cercanía parcial denotaba la distancia. Él comprobó a pulso ser una veleta al vaivén de la alegría a la tristeza. Hoy él ya no se esfuerza por sentirse bien, está a gusto, pero con una felicidad diferente, una felicidad hambrienta y desnutrida, que siempre pide más y se acaba.
Errores y omisiones. Seguro hay razones que justifican como una historia compartida se fragmenta en dos. Pero evocando a Benedetti y su poema táctica y estrategia, en resumen, falló la táctica: el puente no fue indestructible y quedaron separados. La estrategia siguió la suerte de la táctica, y ella no lo necesita. Y él, con el tiempo, tuvo que aprender a no necesitarla.
El estar lejos facilitó las cosas. No verse, no escucharse. Pero en la memoria de un recuerdo a veces se juntan y la pasan bien, aunque visiten lugares repetidos. El último bastión es no pensar en el otro al fin del día, pero cuesta. Incluso, él, incrédulo de los falsos olvidos, sin desearlo la comienza recordar con más fuerza tras un tiempo de evitarla en su cabeza, porque la táctica de ella sí tuvo resultado, porque ella sí se quedó en él, por eso él nunca intento olvidarla. Todo lo contrario. Piensa en ella para que pierda su efecto.
No pueden ser amigos. Aunque ser “ni lo uno ni lo otro” se disfruta, como repetir una dinámica exitosa, como una dupla que sin practicar fluye de forma natural. Si ellos conservan esta falsa cercanía, no debiera haber conflicto. Para él, la solución es también el problema: necesita enamorarse de otra.
En tal situación Fabula y Augurio podrían ser amigos. Siempre que Augurio descubra que tipo de persona es. Porque pesé a creer que puede volver a enamorarse de otra, puede ser del tipo persona que nunca más encuentra la sal de su existencia. |