Hoy no quiero escribir más. Cuando escriba la última palabra me iré a dormir, necesito descansar, olvidar o al menos digerir este día tan largo. Pero eso será una vez haya escrito la última palabra. Lamentablemente no sé cual es, solo cabe que me adentre en el mar de palabras infinitas, en las inacacables posibilidades, combinaciones de ideas que ni siquiera tengo, pero que irremisiblemente deberán acabar en esa última palabra que dé sentido a este día, trasunto de todos los días.
Cada día comienza una nueva vida, igual que cada vida hace renacer la especie. Cada párrafo permite dar un giro a la historia diletante, cada palabra puede dar sentido al sinsentido aparente. Sin embargo ninguna de esas posibilidades parece hacerse realidad. Tampoco aquel último cigarrillo fue real, el cenicero da fe de ello. Pocas veces, en verdad, podemos dar definitivamente por cierto algo. Pocas veces o quizás ninguna. Provisionalidad, pero también renacimiento, refundación, progreso.
Quizá no vaya a encontrar esa ultima palabra, quizá no exista, quizá no sea necesaria, ni conveniente. Mañana la buscaré, sí, y lo de menos será encontrarla. |